Los lances que terminan mal para nuestros señuelos artificiales

Los lances que terminan mal para nuestros señuelos artificiales

Los lances que terminan mal para nuestros señuelos artificiales

por 16 de noviembre de 2016 0 comments

Los tiempos avanzan que es una barbaridad, y prueba de ello es que los pescadores constantemente somos beneficiarios directos de los progresos que afectan a nuestra afición. En este sentido, todas las disciplinas pesqueras han padecido una severa transformación en virtud de los adelantos, algo que podemos comprobar bien a las claras si centramos nuestra atención por ejemplo en el lance ligero. Y es que visto con la perspectiva que da el paso del tiempo, parece que fue ayer cuando salíamos a la mar con artificiales cuyas prestaciones hoy no pocos colegas consideran superadas por carecer de un mecanismo tan importante y, al mismo tiempo, tan ingenioso, como es el que permite situarlos a distancias impensables para el pescador de comienzos del siglo pasado.

No obstante, este descubrimiento se convierte al mismo tiempo en un arma de doble filo, que se pone en nuestra contra cuando de repente surgen problemas, sea vía enredo de la línea en la bobina o en virtud del mal estado de un tramo de aquélla, dado que posibilita la quiebra del nexo de unión entre el pescador y su precioso engaño al salir éste con tremenda potencia.

En fin, es algo que sabemos puede suceder tras ejecutar cientos de lances al cabo de la mañana, pero ello no impide que en su momento siente como una patada en sálvese la parte…

Nuestros queridos señuelos artificiales en amenazas constantes

La vida de un jerkbait en el medio salado no es nada agradable. Golpes constantes, esfuerzos que ponen a prueba las costuras y la siempre amenazante posibilidad de romper la pala que crea que genera tan atractivo movimiento, son algunos de los peligros que planean e inciden negativamente en su vida útil.

No obstante, la opción de perderlos en un lance en el que la línea casca es otro extremo que ambien puede suceder por más cuidado que depositemos en que eso no ocurra; siempre existe la opción de que un minúsculo y apenas perceptible segmento de trenzado quede afectado por el frotamiento con las piedras, y que a través de él se produzca la catástrofe.

Desde luego que a raíz de ello las subsiguientes maledicencias nos harán ganar el fuego eterno, mas ninguna impedirá que diez, veinte o treinta euros queden a merced de la mar…

Controlar al rabia y no perder de vista el señuelo

Si bien es cierto que el mal genio se apoderará de nosotros tras tan indeseable evento, hay que intentar tener continencia dentro de la medida de lo posible, pero no por lo que otros digan de nuestros exabruptos, sino por una mera cuestión de utilidad. Y es que en vez de descargar rabia innecesariamente, tratemos de advertir dónde ha caído nuestro engaño y no perderlo de vista, algo por otro lado muy fácil de decir cuando el agua está rizada o la bajamar lo empuja mar adentro, el engaño es hundido, o hay que rehacer el aparejo a toda prisa.

De todos modos, aun así no hay que perder la esperanza, pues a pesar de las adversidades es factible recuperarlo por más que parezca imposible.

Mantén la calma y utiliza la picardía y la lógica

A menudo la pérdida de un señuelo viene motivada por una rotura de la línea cerca del nudo de empate, lo que complica un poco la tarea de rescate, aunque también cabe la posibilidad de que el pickup del carrete se haya cerrado por sorpresa mientras aquél estaba volando.

señuelos artificiales en amenazas constantes

Esta última circunstancia permite que exista un tramo de línea más o menos extenso junto con el artificial, lo cual nos va a ayudar sobremanera si éste se encuentra a relativamente poca distancia. A tal efecto, y sin perder un segundo, cojamos un señuelo con babero que lance de un modo aceptable y tratemos de hacer blanco con él en el pez que reposa en el agua.

Muchas veces el intento será en vano, con lo cual habrá que recoger rápidamente para probar suerte otra vez en el menor tiempo posible. Eso sí, aun fallando cabe la posibilidad que el minnow tome la línea que se mantiene al albor de la corriente en el trayecto de vuelta, lo que nos permitirá echarle definitivamente el guante o, al menos, acercárnoslo considerablemente.

En este último caso no hay que perder la fe, puesto que la línea se halla tendida y en el próximo pase es muy probable que el engaño la agarre firmemente con los triples. Ahora bien, es primordial que en estos menesteres usemos una muestra provista de babero puesto que el trenzado tiende a coger agua y hundirse, lo cual convierte en prácticamente carente de utilidad a los poppers o paseantes. De este modo, si no es nuestro improvisado salvavidas quien lo rescata, será la línea del carrete la que lo haga para nuestro alivio.

Tras el feliz desenlace, sólo queda pasar a retirar un generoso tramo de línea en cuanto retornemos a casa con el fin de no volver a tropezar en la misma piedra, si es que no la reemplazamos por completo. Bastante stress pasamos ya con nuestros quehaceres cotidianos como para encima complicarnos la vida por un mísero puñado de euros…

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