Trazando estrategias para técnicas de pesca desde cantil

Trazando estrategias para técnicas de pesca desde cantil

Trazando estrategias para técnicas de pesca desde cantil

por 3 de abril de 2013 0 comments

Las técnicas de pesca desde las rocas son un arte que precisan de un concienzudo conocimiento del medio, pues a partir de este punto resulta mucho más sencillo decantarse por adoptar una u otra estrategia en función del momento de marea. Por tal motivo, y siempre que sea posible, es aconsejable que echéis un vistazo previo en fases alternas a los lugares desde donde tengáis pensado lanzar vuestro aparejo, puesto que en virtud de lo que disponga el mar en cada uno de ellos, especies tan apreciadas como la lubina se apostan en determinadas esquinas con el fin de preparar emboscadas a sus presas, o bien las abandonan, convirtiendo el enclave en un páramo.

Punto de arranque

Pasear con antelación por la futura zona de pesca os desvelará numerosos datos que servirán a la hora de definir la técnica, así como el equipo y complementos a emplear. No obstante, y si bien de entrada es aconsejable escrutarla en plena bajamar para así hacernos una perfecta imagen mental de la configuración del fondo, nada impide probar suerte en periodos de marea ascendente, teniendo asimismo en cuenta los vientos que suelan soplar, los cuales, a su vez, pueden llegar a tener gran influencia en el escenario, habida cuenta de su capacidad para hacer golpear las olas con una determinada orientación y, por ende, de alterar los sentidos del pez.

Ideas preconcebidas

El hecho de que un día acaezca la conjunción de diversos factores justo cuando hayáis salido de pesca, os puede situar en una posición de privilegio para terminar la jornada con un éxito memorable. Sin embargo, una vez acontecido tan magnífico evento, por alguna extraña razón, y con carácter harto frecuente –y no digáis que no–, al día siguiente se retorna al lugar del crimen con la malévola intención de repetir resultado… pero lo único que conseguimos es volver con las manos vacías.

Por eso, conviene saber que cada emplazamiento tiene unas características especiales que determinan cuándo llega su mejor momento, de ahí que haya que insistir hasta cogerle el tranquillo, y descartar la idea de que los peces os van a estar esperando siempre ahí con la boca abierta de par en par por vuestra cara bonita.

Sin prisa

Acceder a los puntos calientes requiere mucha atención por parte del pescador, en la medida que tal circunstancia puede ir en detrimento de su seguridad. En este sentido, aparte de fijarnos en la senda que nos llevará hasta ellos, hemos de tener sentido común –que no siempre es el común de los sentidos–, y ser capaces de advertir cuándo es el momento de plegar velas y retornar por donde hemos venido, no vaya a ser que quedemos aislados y tengamos que jugarnos el tipo para cruzar, si es que no hemos que esperar bastantes horas hasta que el mar nos permita hacerlo.

Por eso, y por mucho que huyáis atropelladamente de casa con el fin de sustraeros el estrés que os aturde sin descanso, antes es preciso indicar qué zona tenéis intención investigar por si algún día acaece un imprevisto y no podéis comunicaros con los vuestros, así como llevar bien cargada la batería del teléfono móvil. A buen seguro que estimaréis que los presentes apuntes son de lo más obvio, como también que el exceso de confianza nos puede jugar una mala pasada, dejándonos totalmente vendidos en tierra hostil.

Estudio continuo

Al igual que el resto de técnicas de pesca, la práctica de este depororte desde las rocas también cuenta con unos horarios y momentos más propicios que otros, mas dar con ellos es una labor que entraña invertir una gran cantidad de horas.

En este sentido, la lubina es un animal de hábitos, y en la medida que la capturéis en un determinado lugar siguiendo una serie de pautas, en el futuro podréis volver a pescarla nuevamente allí. Estos puntos son enclaves con pendiente, al igual que los que se ven cubiertos por algas y cantos rodados, eso sí, siempre y cuando acompañe la tonalidad del agua, pues cuando ésta se ve excesivamente cargada de sedimentos, las regias agallas de lábrax no suelen tolerar demasiado bien tamaño alboroto en suspensión.

Ahora bien, por mucho que estudiemos el comportamiento del pez y las características de la zona, ya podéis encontraros en el mejor de los sitios, que como no dispongáis de un recodo donde echarle el lazo, la mayor parte de las veces dará igual cuantos esfuerzos realicéis para atraparle.

Así pues, recordad no perder nunca la perspectiva y observad siempre unas sencillas, pero cruciales reglas de prudencia que os permitan acercaros hasta él, que ninguno hay en el mar que merezca hacerse acreedor de vuestra piel.

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