La caña Okuma Bolognese, todo un todoterreno

La caña Okuma Bolognese, todo un todoterreno

La caña Okuma Bolognese, todo un todoterreno

por 2 de mayo de 2012 0 comments

Tras varias semanas de incesantes lluvias, rayos y truenos, al fin pude probar la caña Okuma Bolognese. El escenario elegido fue un estuario en las cercanías de varias instalaciones portuarias y el pez que buscaba, la lisa.

La primera impresión

Nada más recibirla pude apreciar varias características poco comunes en cañas de este precio (menos de cuarenta euros en el caso del modelo probado), como por ejemplo un anillado monopata  realmente robusto, algo que se percibe sólo con verlo y montar la caña. El bastidor que sostiene las anillas está hecho para soportar el trato más duro. Posee siete anillas, tres flotantes, de las cuales dos se encuentran en el puntero y una en el tercer tramo. Este detalle es muy acertado, ya que incide directamente en la acción de la caña: pocos tramos y más anillas aportan sensibilidad a la vara.
También salta a la vista su cuidada serigrafía, una estética sobria y elegante, sin estridencias pero llamativa por la armónica combinación de colores. Otro buen detalle es el capuchón acolchado que protege eficazmente las anillas.

Características técnicas

Longitud: cuatro metros, 133 centímetros plegada

Capacidad de lance: 5-25 gramos

Peso: 210 gramos

Anillado: siete anillas de óxido de titanio con bastidor inoxidable

Material: carbono

Acción: media, muy progresiva

Funda: sí, de tela

Empuñadura: textura antideslizante

En acción de pesca

No se puede hablar con propiedad de una caña hasta que se ve su comportamiento ante una buena pieza, en acción real de pesca. El momento era verdaderamente malo: aguas aún frías, muy turbias por las recientes lluvias y un cielo gris plomizo que auguraba nuevos aguaceros.

Estos factores hicieron que las lisas, que ya de por sí tienden a chupar más que a morder el cebo, comiesen con desgana. No se apreciaba apenas actividad en los peces, ni siquiera pude ver juveniles ramoneando las algas de la orilla.

Cebé el pesquil con engodo de queso, un atrayente infalible, y al cabo de un tiempo pequeñas burbujas delataron la presencia de lisas comiendo. El agua estaba tan turbia que no podía verlas a pesar de estar pescando en menos de una braza de calado.

Pequeños toques en el flotador me indicaron que modestas lisas rondaban la zona, o bien peces muy poco activos. Para complicar más la situación me empeñé en seleccionar el tamaño de las capturas. Podía haber clavado muchas lisitas con un anzuelo tipo “cristal” del número catorce, pero yo quería un pez que sacase línea de mi carrete, que arquease el puntal como si éste quisiera ver con vanidad su reflejo en el agua. Por ello utilicé anzuelos específicos para masilla del número ocho y amplia curvatura, indicados para que ninguna lisa de modestas dimensiones se clavase. Perdí muchas picadas, pero finalmente mereció la pena, el flotador comenzó a deslizarse lateralmente y de forma uniforme, sin tirones, eso sólo podía significar que un pez muy poco activo tomaba el cebo con apatía (el mismo comportamiento de la veleta pero con bruscos tironcitos es indicativo de morralla picoteando el cebo).

La acción de esta caña permite el uso de líneas finas y absorbe los embates del pez sin que el pescador pierda el control de la pelea.

 

Clavando de forma convencional le hubiera quitado el cebo de la boca, así que lo hice con un suave cachete lateral, en sentido contrario al movimiento de la veleta, y la caña respondió a mis órdenes de forma rápida, clavando una lisa de unos cincuenta centímetros que pasaba holgadamente del kilo de peso.

Tras el primer y furioso embate del mugílido, me di cuenta de que ésta es una vara capaz de doblegar piezas considerables incluso usando líneas finas, pues su acción media y muy progresiva absorbe  perfectamente la fuerza ejercida por las carreras del pez, reduciendo el riesgo de rotura de la línea y la necesidad del freno de soltar sedal para evitarla. Posee una buena reserva de potencia y, a pesar de no ser una caña dura, el control sobre la pieza es notable. De hecho, la pelea con una lisa de bastante más de un kilo, aunque muy divertida, no supuso un reto para esta caña, en ningún momento tuve la sensación de que no controlaba la situación, y os puedo asegurar que el pez tiraba con todas sus fuerzas hacia el fondo una y otra vez, tratando de refugiarse entre los pilares del viejo atraque que me sustentaba.

Su ligereza hace que podamos pescar durante horas sin cansarnos, siendo al tiempo una caña robusta.

 

A favor

– Prestaciones propias de cañas de gama más alta por menos de la mitad de lo que valen éstas.

– Robustez de los acabados y anillado.

– Anillas flotantes fáciles de fijar, no se mueven en acción de pesca.

– Acción muy acertada y polivalente que permite la pesca con líneas finas y aparejos livianos.

– Ligereza.

– Estética muy agradable.

En contra

– Solamente he encontrado un defecto en esta vara: el portacarretes, si bien sujeta el carrete con firmeza y sin holguras, podría ser un poco más ergonómico.

Conclusión

La Okuma Bolognese es sin duda una muy acertada opción para quien desee una caña todo-terreno, capaz de soportar los rigores del medio marino en busca de lisas y sargos portuarios, practicando una pesca fina, o de doblegar la bravura de carpas, barbos y otros ciprínidos.

La Okuma Bolognese mostró sus mejores cualidades peleando a una muy brava lisa de más de un kilo de peso.

 

Obviamente, si pescamos desde lugares elevados, elegiremos a su hermana mayor que, con un peso de lance máximo de setenta gramos, será más adecuada para izar piezas allí donde la sacadera no pueda ayudarnos.

Siendo esta caña de pesca de respuesta rápida, acción progresiva y con una fantástica reserva de potencia, no puedo negar que estoy deseando ver sus reacciones con las carpas, cuya terca defensa pone a prueba cualquier equipo ligero.

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