Un día de pesca en lo desconocido
por Juan Urrutia 20 de marzo de 2012 0 commentsLa idea romántica del pescador playero de un día de pesca donde permanece inmóvil durante horas frente a su caña no es en absoluto acertada cuando hablamos del Cantábrico o el Atlántico, que obliga al pescador a retirarse o avanzar con relativa rapidez en función de las mareas.
Hace unos días, un grupo de amigos nos desplazamos a un pesquero que ninguno de nosotros había pisado jamás, lo cual siempre aumenta las posibilidades de regresar a casa sin haber tocado escama.
En esta época de veloces subidas y bajadas del mar, esto resulta aún más evidente. Además, cuando la morralla fuerza la pronta sustitución de los cebos, las idas y venidas del aficionado son constantes, cebando, lanzando y volviendo a cebar. Me gustaría ver en esta tesitura a todos aquellos que se atreven a decir que la pesca no es un deporte.
Contenido del árticulo
Cebos y aparejos para un día de pesca en un pesquero desconocido
Con arenícola y tubo, en especial con éste último, fueron realizadas todas las capturas de la jornada. Los aparejos, sencillos, que se enredan menos, con una única y larga gameta. El grosor de ésta es importante, pero no por el recelo que puedan mostrar los peces, y menos de noche, sino porque si utilizamos ramalillos excesivamente finos la corriente nos los devolverá convertidos en un lío inextricable. Pesca más una gameta del 0,35 que presente bien el cebo que una del 0,24 que a cada lance se transforme en un ovillo.
Resultado de la pesca
Las herreras hicieron acto de presencia en poco tiempo, entrando la primera al gusano de tubo. Era un animal precioso, de buen porte y majestuosa librea que, según palabras de su hábil captor, dio una pelea que le hizo pensar en un pez más grande. Una estupenda captura.
Pescamos varios sargos y herreras que fueron devueltos al mar por ser de escasa talla. Para que aquella pesca fuera típica de invierno, digna del frío que hacía, faltaba la aparición de unos rojos y bigotudos invitados: los salmonetes. No faltaron a la cita, salieron tres, dos de buena talla, y el tercero, sobre los ochocientos gramos, una captura superior dentro de esta especie.
Recuperando la temperatura corporal
Finalizada la jornada y habiendo disfrutado de una pesca tan entretenida como tranquila, pues nadie más que nosotros, las olas y una preciosa luna llena estaban en el pesquil, emprendimos el viaje de regreso a casa, no sin antes recuperar la temperatura corporal perdida llevándonos al gaznate abundante caldo de gallina.
[box size=»large» border=»full»]Y a ti ¿qué resultado te ha dado pescar en zonas que jamás habías pisado?[/box]
No hay comentarios todavía
Participa en la conversaciónNo hay comentarios.
Anímate y se tú el que comience los comentarios de este artículo.