¿A que velocidad recogemos nuestros señuelos?

¿A que velocidad recogemos nuestros señuelos?

¿A que velocidad recogemos nuestros señuelos?

por 31 de julio de 2012 0 comments

A buen seguro que en algún momento de vuestra vida como pescadores os habréis preguntado porqué es necesario cobrar tan rápido el señuelo que hemos lanzado para tentar al pez que nos espera bajo el agua. ¿Es que acaso dicha circunstancia es menester para que aquél desarrolle una acción similar a la que muestran los minitallas, o de este modo se pretende desencadenar un acto reflejo por parte del depredador?

a que velocidad recogemos nuestros señuelos

En cualquier caso, lo cierto es que, por más que pensemos que todos precisan de una veloz recogida, cada señuelo tiene sus particularidades, de ahí que, por tal motivo, sea conveniente bajar el ritmo que le estamos imprimiendo, no vaya a ser que estemos forzándolo demasiado y que por eso su acción se vea sensiblemente mermada.

A que velocidad recogemos nuestros señuelos

En ocasiones, la velocidad de desplazamiento de los artificiales adquiere vital importancia, como por ejemplo, cuando el depredador no siente la imperiosa necesidad de atrapar rápidamente a su presa, o bien la contempla con acentuados recelos, momentos en los que aquél adopta una actitud más que huraña. Por eso hay que hacerse a la idea de que, según sea la rapidez del cobro de línea, el engaño esparcirá un reguero de vibraciones parejo a ella, las cuales a su vez serán más o menos intensas en función de las dimensiones que tenga el babero.

En otro orden de cosas, el ritmo que imprimimos determina que el pez pueda captar la presencia del engaño, pero en el caso de la lubina, habida cuenta que se trata de una especie que no siempre emboca al primer lance, ésta puede seguir el bamboleo del engaño de cerca sin entrar a matar, o bien observarle pasar mil y una veces por encima de su cabeza, antes de ascender con intención asesina… si es que está de humor.

Por eso a veces es conveniente alternar distintas acciones hasta encontrar la melodía que despierte su interés, pues la que creemos que mejor se adaptará a sus deseos, puede que, en cambio, en absoluto le interese.

Quien te entienda…

Los peces artificiales han sido creados para desplegar una acción seductora en base a dos movimientos distintos: el wobbling (coleteo vibrante en forma de “X”) y el rolling (agitación lateral de los costados), las cuales, no obstante, a menudo se asocian en un mismo señuelo con el fin de enviar distintas señales acústicas y visuales al depredador. Sin embargo, hay que tener en cuenta que si bien ambos movimientos –ya sea juntos, o bien por separado– son capaces de tentarle, se puede dar el caso de que lleguen a importunarle, cosa que, por otra parte, no está precisamente contraindicado.

Señuelo artificial

Velocidad adecuada en el momento adecuado

Si bien los cambios de ritmo son perfectamente aplicables en cualquier momento, cuando encontremos aguas paradas, o bien la penumbra se adueñe del lugar, llega el momento de echar el freno. Es más, en fases en las que la luz merma sensiblemente la capacidad visual del depredador y entra en escena su capacidad sensorial –la cual se encarga de recopilar información del objetivo–, hay que darle cierto tiempo para que la recopile y asuma, de ahí que las nataciones sosegadas, aderezadas con cierto twitching, sean especialmente útiles.

Por otra parte, y con el fin de facilitarles aún más la localización, pondremos al otro extremo de la línea engaños que porten tonalidades nácar o fluorescentes, y que sean capaces de reflejar el menor rayo de luz que haya en las proximidades, si es que no se lo imprimimos con una linterna. Y es que en estos casos, la aparición de un alevín que se pasea lentamente y con cierta despreocupación, se mostrará mucho más apetecible para una especie tan oportunista como es la lubina, la cual a buen seguro se decantará antes por tal ofrecimiento, que andar corriendo y gastando innecesariamente sus preciadas fuerzas ante minnows que pasan ante sus ojos con la velocidad propia de un correcaminos.

a velocidad recogemos nuestros señuelos para la Lubina

A su aire

En ocasiones, el propio oleaje es capaz de imprimir vida a nuestro señuelo mientras éste se encuentra detenido. Llegado el caso, estaremos pescando con muchas opciones de salirnos con la nuestra, dado que el pez, en el supuesto de estar ahí, lo contemplará con una gran curiosidad y sin ningún miedo, propiciándose el desencadenamiento del ataque en cuanto retomemos el cobro de línea.

Tranquilidad a la hora de recoger nuestro señuelo, todo ventajas

En resumen, ofrecer a nuestro depredador favorito la ilusión de un émulo de alevín que se pasea despreocupado, o bien que queda sometido al capricho de las corrientes, es una alternativa bien interesante, así que si veis que tarda en hacer acto de presencia, parad la máquina y mostrádselo lento –si no inerte del todo–, pues incluso cuando hayamos pasado a alta velocidad por sus dominios, puede que le haya seguido los pasos y que, de repente, se lo encuentre de morros, ahí, justo bajo vuestros pies. Y no creáis que va a rechazarlo, sino más bien todo lo contrario.

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