Río Guadiela, paraíso para la pesca del barbo

Río Guadiela, paraíso para la pesca del barbo

Río Guadiela, paraíso para la pesca del barbo

por 4 de junio de 2013 9 comments

El río Guadiela, cuyas aguas límpidas y cristalinas transcurren por las provincias de Cuenca y Guadalajara, tributario del Pantano de Buendía y, por tanto, afluente del río Tajo, podría ser considerado como el paraíso de la pesca del barbo en España. Quizá haya otros escenarios donde la abundancia de nuestro amigo “bigotudo” sea superior, como podría ser el Ibor, en Cáceres,  pero en cuestión de calidad-cantidad no tiene parangón, pudiéndose asegurar que el peso medio de las capturas estaría alrededor de los cuatro kilos.

Río Guadiela, un paraíso para la pesca del barbo

Desde hace unos años, en la época en que las grandes hembras de Buendía, acompañadas del numeroso cortejo de machos, remonta este río para desovar – normalmente desde mediados de abril hasta pasado mayo, siempre y cuando el nivel del pantano permita este peregrinaje-, acostumbro a pasar una jornada buscando a este impetuoso ciprínido ibérico, siempre en la presa bajo el puente que cruza la N-320 (Cuenca-Guadalajara), bautizada la misma desde tiempo inmemorial como “La Sartenilla”, conocida antaño por los lugareños más por la extraordinaria población de bogas que, incluso, por sus majestuosos barbos. A día de hoy, el pequeño ciprínido está totalmente, o casi, extinto en esta parte del río, el cual ha sido colonizado en su totalidad por el alburno.

He de reconocer mi poco éxito en esta pesca y en este río, aunque lo de “poco éxito” sea más un eufemismo de “sonoro fracaso”, encadenado año tras año en mi visita anual a estas aguas, aunque nunca me he arredrado ni he perdido la ilusión de tener un gran día de pesca en este maravilloso paraje. Mi mejor recuerdo es un buen ejemplar de 4 kilos, que supuso mi récord personal y llenó de júbilo mi alma ante tamaña, por lo menos para mí, proeza.

Barbo capturado por Josan Illescas en el río Guadiela.

En acción

Así que, y teniendo en cuenta mis desafortunados antecedentes, me propuse llevar a cabo mi tradicional periplo por este río en busca del añorado y deseado ciprínido -tan esquivo y lejano en mi mente realista, siempre desdeñosa de la utopía, pero nunca en mi deseo- que me planteé la jornada más como ruta turística, habiéndome hecho a la idea de llegar sobre las 12 de la mañana, como así fue, al rato almorzar, y sobre las 16:00, y seguramente sin haber obtenido picada alguna, abandonar el lugar con la idea de volver el próximo año por lo menos a ver la inmensa nube de barbos de Buendía.

Pero… Me equivoqué. ¡Era el día! Busco primero mi lugar preferido, una zona cómoda para pescar porque en ella mengua un tanto la fuerte corriente -tradicional en este río, pero acrecentada por el notable aumento del caudal debido a las pretéritas lluvias- donde se pueda hacer derivar cómodamente una veleta o boya. Pero, no. Todo ocupado. Gran afluencia “de prensa y público”, y más para ser día laborable. Esto me obliga a elegir otro sitio; busco y encuentro uno amplio y tranquilo, con el inconveniente que es el puesto donde la potencia de la corriente es más recia, pero, pienso: “para lo que voy a pescar… mejor estar cómodo”.

Lanzo mi aparejo a las violentas aguas con el anzuelo cargado de 4 gusanitos y en escasos segundos la veleta recorre un par de decenas de metros surcando las bravías aguas de la chorrera en la que estoy pescando. Recojo. Vuelvo a dejar derivar la boya; veo que ésta se hunde; fugazmente mi mente lo asocia a un enganchón, pero instintivamente doy el cachete para clavar. Lo noto. Hay algo tirando de la línea. Primero notas un peso muerto que cabecea bruscamente, paciente, tranquilo durante unos cortos segundos, hasta que su pequeño cerebro evalúa qué le está ocurriendo; es entonces cuando nota algo extraño en su carnosa boca, y también es entonces cuando decide desprenderse de este raro objeto. Arranca. ¡Imparable e impredecible!! Es el momento de rezar. Se descuelga aguas abajo o protagoniza una furibunda huida corriente arriba. La caña se arquea hasta su punto de rotura debido al empuje de la bestia; sólo queda sujetar con fuerza la misma y dejar que el freno del carrete fuerce hasta el límite sus engranajes y rodamientos y que su monocorde quejido nos acompañe durante varios y largos minutos que es lo que va a durar la tenaz lucha entre barbo y pescador. Si hay suerte y el ciprínido no se enreda en una juncada o un árbol cercano, si no se enroca en una traicionera piedra, si no roza el hilo y parte, si no dobla el anzuelo y si no arranca de cuajo el mismo, entonces tendrás posibilidades de cobrarlo.

Barbo capturado por Josan Illescas en el río Guadiela.

Exánimes, tanto barbo como pescador, éste último intentará, como en mi caso, cogerlo con la sacadera o incluso a mano, pero aquí empiezan de nuevo los problemas, ya que la fuerte corriente será el aliado del animal, convirtiéndose este último acto –por lo menos en pescadores tan poco avezados y, por qué no decirlo, con un notable punto de torpeza, como yo- muchas veces en un suplicio. Sólo puedo contar, para confirmar lo expuesto, que en el momento de sacar a estos monstruosos barbos… un día partí la caña y otro mi sacadera fue arrastrada y posteriormente engullida por las cristalinas aguas del Guadiela. Este río siempre se cobra algún tributo (en tres jornadas he visto partirse 4 cañas), aunque mi caso fue excesivo y casi me cuesta la ruina, por lo que aprovecho estas páginas para hacer un llamamiento a la ONG “Pescadores sin fronteras” para que echen una mano a un pobre y desafortunado pescador con alguna dádiva a modo de material de pesca.

Barbo capturado en el río Guadiela.

Este relato de la primera captura se puede hacer extensible a todas, ya que el tamaño y la fuerza devastadora de estos peces es similar. Concretamente mi captura más “pequeña” fue un negrísimo macho de 2,8 kg, pasando a varios -casi todas hembras, siempre de una tonalidad mucho más clara-, de 4 a 6 kilos.

Me atrevería a decir que este río y sus barbos debería ser el punto de peregrinaje para cualquier pescador de agua dulce y que, como mínimo, una vez en la vida habría que hacer. Nada es comparable. Animaros. Sólo capturar una de estas fuerzas de la naturaleza luchando en la indómita corriente no tiene comparación con ningún otro tipo de pesca continental.

Barbo de 6kg capturado por Josan Illescas, su récord personal.

¿Qué necesitamos para pescar con garantía en este paraíso?

Caña: preferiblemente boloñesa, de unos 6 metros de longitud y de contrastada potencia, siendo muy recomendable que a la vez sea ligera por las muchas horas que vamos a pasar con ella en la mano.

Carrete: con capacidad para, al menos, 150 metros de sedal del 0, 25, que es el que utilizo yo, aunque la mayoría de los pescadores que frecuentan este escenario usan un 0,30, incluso diámetros superiores. A mi entender, un buen 0,25, acompañado con el freno del carrete bien regulado, será suficiente, además de ayudar a una mejor presentación del cebo.

Anzuelos: para pescar con gusano, del 10 y 12, eso sí de contrastada calidad y dureza para evitar que se doblen en la feroz lucha del pez. Si se pesca con ova, se puede subir el tamaño del anzuelo –hasta un 6 como mucho-, ya que es más fácil de ocultar.

Cebo: ova y gusano (asticot). Mucho más eficaz este último, aunque con un buen cordón de ova tendrás mayor posibilidades de clavar un barbo monstruoso. Los hay, y no pocos, de más de 8 kilos.

Veletas o boyas: entre 4 y 10 gramos será lo aconsejable, según la potencia de la corriente. A mí me gustan las pesadas, al objeto de ralentizar la bajada de la misma y asegurarme que el cebo busca el fondo, que es donde comen los barbos, sobre todo cuando se pesca reteniendo la misma en la corriente, con el hilo en tensión esperando la picada.

Técnica: siempre “a la pasada” o “a veleta corrida”, es decir, dejando derivar el aparejo corriente abajo. A mí, en ciertos momentos, me gusta hacer retenidas, ya que si los barbos están activos no dudarán en atacar el cebo, sobre todo si es gusano.

Captura y suelta de un barbo en el río Guadiela

Aquí os dejo un vídeo probando la pesca del barbo por primera vez en el Guadiela. Espero que lo disfrutéis tanto como lo hice yo en aquel momento:

Nota: el río Guadiela es un lugar frecuentado también por los pescadores a mosca, consiguiendo los mismos buenas e inolvidable pescatas. Sólo hay que acondicionar el equipo a las condiciones tanto del río como de sus habitantes, pero, sin extenderme más, la pesca a ninfa será la técnica más efectiva.

9 Comentarios

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  1. Barbo
    #1 Barbo 4 julio, 2017, 22:23

    Leggendo il sopra artitolo mi e’ venuta voglia di venire a pesca in questo luogo. Dato che vengo dall’ Italia vorrei sapere se e’ miglior venire fine aprile-maggio, o se va bene anche nel mese di ottobre. Saluti

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  2. Soler
    #2 Soler 2 enero, 2014, 10:11

    ¿ Que modelo de caña usas ? Tengo una TENAX de casi 4 metros y poca potencia,no crei que aguantara esos torpedos.
    Gracias.

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  3. David
    #3 David 10 junio, 2013, 10:59

    Buen artículo, como los barbos de tremendos da gusto verlos. Habrá que pescarlos a mosca.
    Saludos a todos.

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    • Josan Illescas
      Josan Illescas 10 junio, 2013, 13:36

      No lo dudes, David. Yo todavía no lo he intentado, pero he visto a pescadores a mosca hacer grandes pescatas de estos poderosos peces. Incluso en momentos donde no están por los cebos naturales no hacen ascos a las moscas artificiales.

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  4. Toni Martínez
    #4 Toni Martínez 4 junio, 2013, 11:52

    Genial artículo Josan. Que sitio!!! una gran jornada con unos peces batalladores como pocos. A boya o a cola de rata la diversión será total. El río precioso. Saludos!

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    • Estefanía Gómez
      Estefanía Gómez 4 junio, 2013, 17:03

      ¡Muy buen artículo! La verdad es que la zona de La sartenilla es un auténtico paraíso, se puede pasar un gran día en familia mientras disfrutas de la pesca y la naturaleza. Uno de mis lugares favoritos sin ninguna duda. El año pasado por estas fechas estuve pescando barbos a mosca, y fue una auténtica pasada, eso sí ya puedes llevar moscas y moscas porque es muy difícil sacar los más grandes. Desde pequeña también los he pescado con mi padre y abuelo a la ova y la verdad es que la sartenilla era y es una auténtica maravilla. También para disfrutar de la pesca de truchas comunes muy bonitas. Un saludo!!

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      • Josan Illescas
        Josan Illescas 5 junio, 2013, 10:21

        Hola, Estefanía, gracias por el elogio sobre el artículo. Se nota que conoces el escenario. Te he de decir que mi asignatura pendiente en el Guadiela es la pesca a mosca; tengo una caña potente del 8, pero me tengo que hacer con unas cuantas moscas con anzuelos fiables para sujetar a estos monstruos, aunque mi idea es intentarlo, ya que sólo con tener prendida una de estas bestias con una caña de mosca, por potente que sea, tiene que ser incomparable.
        Por cierto, viendo tu foto y leyendo tus artículos me parece creer, o más bien tengo la certeza, que te conozco. Fue hace dos o tres años, en el concurso de pesca de trucha en el coto La Torre, organizado por la Federación para los federados de Cuenca que tú ganaste; pues, el segundo clasificado… era yo.
        Un saludo.

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    • Josan Illescas
      Josan Illescas 5 junio, 2013, 10:09

      Gracias, Toni. No conozco la pesca en el mar, pero en aguas continentales el barbo es el pez más batallador y fuerte que existe. Si a ello le añades tamaños desmesurados y potente corriente el disfrute está asegurado.

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