Pescar en aguas claras: todo un reto para el pescador

Pescar en aguas claras: todo un reto para el pescador

Pescar en aguas claras: todo un reto para el pescador

por 8 de marzo de 2017 0 comments

A decir verdad, a pocos pescadores les gusta pescar con el agua transparente como la de un lago. Es más, si por ellos fuera, la mayoría rechazaría este escenario y se decantaría por probar fortuna en días en los que el medio propiciara una cierta alteración que engordase el mar, pero hete aquí que, por un motivo u otro, todos no contamos con la libertad y/o el tiempo suficiente para escoger el momento y el día en que eso sucede. Por tal motivo, con la llegada del fin de semana numerosos colegas se hacen a la costa sin más opción que aceptar las condiciones que se han dispuesto para tan corto periodo de descanso laboral, y una de esas posibilidades consiste en encontrarse con el agua quieta y clara como el caldo de un asilo. Menudo panorama, desde luego, pero es eso o quedarse en cama esperando mejores jornadas que despierten nuestro interés, algo que, como hemos comentado, ocurrirá justo cuando menos margen de escapatoria tengamos. En fin, c´est la vie…

Forjando el temple

La estampa de un mar parado, de aguas claras, es capaz de echar por tierra la moral del pescador más apasionado, la cual puede entrar en barrena cuando dicha situación perdura con el paso de los días. Más de una vez hemos sentido esa sensación que mezcla vacío y enojo a partes iguales en vista que no podemos hacer nada para que las tornas cambien a mejor, y no digamos cuando eso acontece en plenas vacaciones. No, en absoluto es fácil lograr capturas en entornos en los que es sumamente fácil para los peces adivinar nuestras intenciones en cuanto ponemos un pie por las proximidades de la orilla. Por eso, si a la ecuación de terrible estabilidad le añadimos unas lógicas dosis de manifiesta desconfianza por parte de nuestros objetos de deseo, lo más probable es que por entonces sea normal volver con las manos vacías y con el ánimo por los suelos.

Ahora bien, que nadie se lleve a engaño, porque cuando conseguimos lo contrario, esto es, darles gato por liebre, hay que estar satisfechos en virtud de las cartas que nos tocó jugar.

Cara invisibilidad

Una de las medidas más acertadas que se pueden adoptar para minimizar los efectos derivados de pescar en aguas claras estriba en madrugar, o pescar con nocturnidad y alevosía. Por entonces todos los gatos son pardos y así seremos más difíciles de descubrir por parte de los peces, en tanto el engaño, si bien no será tan fácilmente detectable por medio del sentido de la vista, en cambio no perderá efectividad al ser localizable principalmente por la línea lateral. Sí, desde luego que hasta que llega el estío o los días con buenas temperaturas, hay que tener una voluntad a prueba de bombas para arrimarse al mar con heladas y fríos de corte glacial azotándonos, pero siempre se ha dicho que «el que quiera peces, que se moje el c…», de modo que en nuestra mano está… o no.

Pescar en aguas claras, por encima de las circunstancias

 Tener que madrugar a lo largo de la semana por motivos laborales y afrontar largas jornadas repletas de tensión, es lógico que nos convenza de la necesidad de dejar reposar nuestro baqueteado cuerpo bajo el traicionero pero siempre cálido abrazo de las sábanas durante el fin de semana. Como para no entenderlo. «Termino reventado de andar todos los días de acá para allá, ¿y encima perder el tiempo ante un mar parado? ¡Anda ya!».

No es extraño que pensemos así ante tan descorazonador escenario, pero tampoco hay que ser derrotistas, que en el mar se sabe cómo comienza la aventura, pero nunca como acaba, de ahí parte del encanto de esta afición. Por eso, en situaciones como la descrita tratemos de no ponerles las cosas fáciles a los peces portando llamativas vestimentas, y asimismo evitemos los gestos bruscos cerca del agua, que, aunque creamos que no nos ven, vaya si lo hacen.

El menú del día

Bueno, hasta ahora hemos hecho una parte sustancial, que es animarnos a salir cuando las circunstancias no eran nada halagüeñas, pero antes también hay que prepararse en términos de equipamiento para afrontar el escenario. A buen seguro que el pescador habituado a utilizar formatos de 17 centímetros no le resultará especialmente sencillo acostumbrarse, pero por entonces funciona precisamente lo contrario, es decir, las tallas pequeñas, al punto incluso que un modelo 75 no desentona, y no digamos si la coloración es tenue, o mejor transparente en un popper, un paseante o un jerkbait. Asimismo, para pescar en aguas claras deberemos emplear largos bajos de línea de un fluorocarbono a ser posible bien discreto, de modo que no dudemos en descender el grosor de este último hasta un 0,26 mm para que el conjunto gane en naturalidad (recordemos que el peso de la línea puede llegar a lastrar la acción de un señuelo).

En este sentido, nuestras posibilidades de obtener capturas aumentarán si tenemos oportunidad de pescar con el cielo cubierto, luego preparémonos convenientemente cuando eso vaya a suceder, pero tampoco olvidemos poner el despertador para buscarlas antes que el sol asome por el horizonte, que es el momento en el que más predispuestas se hallan para atrapar los engaños que con tanta ilusión hemos estado escogiendo la noche anterior.

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