Queridos Reyes Magos. Aquí estamos otro año, pidiendo pequeños pero importantes deseos a sus majestades y con los mejores deseos para el 2016. Porque en esta humilde Carta de un pescador de “agua dulce” está el deseo de mejorar para el próximo año, ya que 2015 ha sido muy duro.
Lo primero pediros disculpas por mi escepticismo. Se que sois magos y obráis muchos milagros, pero si no tienes la ayuda del resto de personas implicadas, lo tenéis muy complicado. Por eso os pido en primer lugar que concienciéis más a la administración. Este año les tengo poco que agradecer, la licencia interautonómica y poco más. Del resto, más de lo mismo, mucha suelta de peces y poco más. Mucho corto plazo y poco largo plazo. Lo único cierto es que los ríos cada vez están peor y los peces autóctonos cada vez sufren más.
La pesca no es sólo una afición, es también un motor económico. Atraen pescadores y recursos a zonas rurales que sufren problemas como la pérdida de población. Por ello, en lugar de limitarse a subir el precio de cotos e ir con la cisterna a soltar unas cuantas truchas para ser “cazadas”, no estaría mal apostar con recursos por la sostenibilidad y el largo plazo. Digo con recursos, porque… “no money, no party”.
Pescadores, mucho que avanzar
Pero nosotros, los pescadores, también somos muy culpables. Este verano me juntaba con un amigo escocés, pescador de salmón, que leía con asombro lo que sucede en nuestros ríos salmoneros y las distintas presiones de pescadores ribereños (incluido el apoyo de algún partido político) para seguir no sólo fomentando la pesca con muerte, sino atacando la pesca sin muerte, pidiendo que esos periodos de pesca especial sean eliminados e incluso fomentando la venta comercial de las capturas. ¿Vale la tradición para justificarlo todo? Queridos Reyes Magos, creo que no. Ni hay que eliminarlas, ni tampoco mantenerlas por simplemente “tradición”, tan sólo hay que adaptarse a la situación actual y queridos Reyes Magos, hay que reconocer que esta es muy mala.
No sólo el salmón y la trucha sufren, lo hace toda nuestra fauna autóctona natural. Por eso, no debo dejar la oportunidad de esta carta de un pescador llena de deseos para hablar de la costumbre de soltar más y más especies alóctonas. Es cierto que muchas generan negocio, véase por el ejemplo el siluro en mi querido embalse de Alcántara, pero yo me divierto igual pescando barbos y no quiero deciros nada, vosotros lo sabéis, como me lo pasaba pescando bogas. Seamos un poco consecuentes y no nos olvidemos del daño que podemos hacer.
En resumen, sólo pido algo tan simple, pero también tan complicado, como que todos nos impliquemos más en los ríos y en los peces. Que la pesca es una bella afición, pero también riqueza, y si no actuamos perderemos las dos. Que miremos el futuro con esperanza pero también con conciencia. Qué no es todo para siempre y que debemos trabajar más y mejor.
Atentamente tuyo,
Un humilde pescador de agua dulce
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