El Tajo es un río largo, caudaloso, abundante, y en muchas partes de su recorrido, agreste e inaccesible. Esto último puede que salve a muchas de las especies que viven en él de la depredación humana. En sus aguas, debido a su inmensidad, no se puede asegurar a ciencia cierta qué especies piscícolas y de otras clases de animales lo habitan.
Los barbos, las estrella del Tajo
Es segura la presencia en sus aguas y riberas de carpas, carpines, alburnos, lucios, luciopercas, galápagos, nutrias… y otro sin número de animales que viven en sus aguas y de sus aguas; pero las estrellas, para mí, sin duda, siendo su habitante más antiguo y noble, son los barbos.
Muchos tipos de pesca he practicado y más que me gustaría, pero la pesca de los barbos con ova “a la pasada” o a “veleta corrida”, para mi gusto de pescador, no tiene parangón alguno con ninguna otra modalidad. No me quiero repetir lo dicho en otros artículos, resumiendo el sentir de la pesca de este ciprínido con el estar luchando con el pez más valiente, tozudo y poderoso que habita nuestras aguas continentales. Además, poco a poco, a través de los asesoramientos y guía de mi amigo Adolfo, voy mejorando mi técnica. Unos días se pescarán más y otros menos, porque este pez siempre es de momentos, pero sólo ver bajar una veleta por las furibundas, unas veces, y calmas otras, corrientes del río, es de lo más placentero que le pueda pasar a un pescador. ¡Cuidemos al Tajo! No hay otro igual.
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