¿Verano de dentones en el Cantábrico?

¿Verano de dentones en el Cantábrico?

¿Verano de dentones en el Cantábrico?

por 29 de agosto de 2018 0 comments

Desde luego, el verano que estamos viviendo es de lo más atípico. Al comienzo las lluvias fueron la tónica habitual, pero “Lorenzo” pronto nos devolvió a la realidad con la primera ola de calor sofocante que se hizo sentir con especial virulencia en las zonas centro y sur peninsular. El sector litoral norteño, si bien no escapó a sus efectos, la padeció durante menos tiempo y con menor intensidad, circunstancia que no impidió para que ese sopor también se hiciera notar en el mar con una alteración al alza de la temperatura de las aguas, revolucionando así a la fauna que vive en él.

Por supuesto que no es el único motivo, pero lo cierto es que desde el comienzo del estío se aprecia una notable actividad de los dentones, especie no particularmente dada a arrimar a la orilla, lo que nos debe llevar a pensar si acaso no estará pasando algo extraño en este alocado mundo en el que vivimos.

Dos mundos distintos

El dentón, al menos en lo que a la costa norte se refiere, nunca ha tenido especial costumbre por acercarse a la orilla. Si acaso todo lo contrario, puesto que viene decantándose por ocultar su presencia en fondos de bastante calado.

De hecho, hasta no hace demasiado, muchos no creían que el Cantábrico pudiera ser un lugar en el que morara, pero lo cierto es que siempre ha estado ahí, aunque lejos del mejor de los lances. Es más, cabe la posibilidad que en determinadas jornadas en que “algo” nos reventara el aparejo, y que a duras penas podríamos encuadrar como una gran lubina por la forma en que “aquello” tuvo de comportarse, pudiéramos atribuir la fechoría a uno de estos dentudos en patrulla por las cercanías de la orilla, el cual por otro lado no implica que tuviera que ser inmenso.

No en vano, todo aquel que ha tenido la oportunidad de pescar tanto lubina como dentón a caña, sabe que entre ambas especies existen numerosas diferencias no sólo en lo que se refiere al plano morfológico, sino también en el modo de plantar batalla.

Acostumbrarse a la fuerza de los dentones

 

La defensa del dentón, al contrario que la de la lubina, es feroz desde la primera arrancada. Y no, en absoluto es necesario que deba contar con cierto tamaño para que el pescador lo note, pues los que apenas tienen una palma de longitud ya de por sí lo dan todo y no se rinden hasta que se ven liberados o capturados.

En este sentido, el calentamiento de las aguas ha propiciado que se acerque en apreciable número siguiendo la estela de su alimento, y eso lo percibe el pescador al comprobar cómo los vinilos que en principio sirve a la lubina, regresan seccionados en mayor o menor grado. Ahora bien, a lo largo del verano también es susceptible que las gomas sufran daños al tropezar con otras especies, como por ejemplo las maragotas o los peces ballesta, ambos igualmente depredadores que aumentan su actividad por este tiempo, y dotados de una “piñata” lo bastante prominente y apta para cortar cuerpos blandos como si de mantequilla se tratase.

Pero bueno, el que no se consuela es porque no quiere. Por lo menos con unos y con otros aumentaremos el abanico de especies que capturar y el nivel de actividad se verá incrementado, algo a tener en cuenta porque cuando la lubina está por no morder –aspecto cada vez más notorio–, es capaz de quebrar la moral del pescador más paciente, el cual por otro lado con este nuevo escenario debe modificar su patrón de comportamiento y seleccionar bien con antelación el equipamiento de cara a lidiar con dos patrones de cazador muy diferentes.

Y es que lejos de pasearse en nutridos grupos como lo hace la lubina en sus fases infantiles, el dentón tiene más tendencia a nadar en solitario, al tiempo que no tiene la costumbre de moverse en distintas capas de agua con tanta alegría como aquélla.

Una nueva baraja

Para el pescador de lubina con artificial, la aparición del dentón donde espera a la primera no constituye un incordio –bendito incordio en todo caso–, pero a decir verdad no lo encara con el mismo ánimo en la medida que sabe a lo que va cuando sale a practicar lance ligero, y todo lo que no sea la plateada escama del morónido, como que es secundario.

En cualquier caso, la regresión de la lubina va curiosamente de la mano de un aumento exponencial de las poblaciones de dentón, lo cual debe llevarnos a la reflexión por cuanto supone un notable indicio de cambio en los mares. En fin, son las cartas que nos ha tocado jugar, luego disfrutemos de ellas mientras podamos y estén ahí, pese a que en el fondo queramos que la lubina nos alegre el día.

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