Reflesion sobre nuestor punto de vista cuando se trata de pescar

Reflesion sobre nuestor punto de vista cuando se trata de pescar

por 22 de junio de 2012 0 comments

Como bien sabéis, cada uno de los puntos desde los que intentamos buscarles las cosquillas a los peces posee unas características propias que determinan la técnica a emplear, de ahí que la observación y la intuición a partes iguales jueguen un papel tan importante, pues lo que en uno se puede aplicar con resultados tangibles, en otro cabe la posibilidad de que esté especialmente contraindicado.

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Por otra parte, conocer las preferencias de vuestros peces objeto de deseo es una tarea que conlleva realizar un esfuerzo nada desdeñable, pues éstas, sin lugar a dudas, se constituyen en fundamentales cuando llegue el momento de lanzarles los aparejos.

En este orden de cosas, nunca está de más tratar de aprender todo lo que podamos acerca de su modo de proceder, pues, pese a que hagamos los deberes y analicemos con minuciosidad el entorno, sólo poniéndonos en su piel podremos acercarnos a comprender algunos de los motivos por los que a veces nos dejan en la orilla con un palmo de narices.

Una mirada indiscreta
El posicionamiento que los peces efectúan en torno a un determinado sector responde a un conjunto de reglas sociales que no son ajenas al ser humano. De este modo, existen una serie de normas de jerarquía que, en su caso, vienen predeterminadas principalmente por la edad y, por ende, del tamaño.

Así, se produce una repartición lógica sobre todos los puntos de una franja, aunque este dato no impide que se efectúen diversas expediciones con las miras puestas en procurarse alimento, aunque sea de pasada. Ahora bien, aparte de estas directrices y de cuantos presentimientos e intuición podamos poner de manifiesto, si echamos mano de unas aletas y unas gafas de submarinista, tendremos la oportunidad de comprobar dicha circunstancia, así como contemplarlos mientras van de acá para allá, lo que nos permitirá estudiar sus pautas de comportamiento.

Sin embargo, la claridad de las aguas no siempre deja echar un vistazo al entorno con nitidez, cuestión que, en cambio, podremos llevar a cabo sin necesidad alguna de sumergirnos.

Con lupa
Con carácter general, todos los depredadores tienen por costumbre buscar cobijo en torno a zonas próximas a bordes rocosos, con la aviesa intención de que la orografía y la penumbra oculten su presencia a la visión de sus presas, las cuales se suelen desperdigar por diversos puntos, tales como bancos de arena y pasillos de piedras, aunque, como apuntamos previamente, atisbarlos no siempre es posible.

Por tal motivo, cuando tengamos la oportunidad de visitar un acuario, se nos presentará una ocasión de oro para indagar en su forma de actuar, cuestión que posteriormente podremos poner sobre el tapete cuando pretendamos buscarles las cosquillas.

En este orden de cosas, mientras que la lubina puede mostrarse tan veloz como aparentemente despreocupada, los espáridos patrullarán con parsimonia a pocos centímetros del fondo, buscando cualquier resto que haya quedado perdido de la anterior sesión de comida, tras lo cual se detendrán e inclinarán cada vez que pretendan picotear los restos que reposen sobre el lecho marino. De este modo, podremos ver a través de los ojos de nuestros contendientes, lo que será de capital importancia a la hora de medir el nivel de paciencia hemos de sostener cuando éstos se acerquen a mordisquear cualquiera de los cebos que les ofertemos.

Empeño y perseverancia
La observación, la mesura y la posesión de un espíritu inquieto configuran una triada que os pondrá en la senda del éxito cuando sepáis aplicarla debidamente, pues investigar en torno a los diversos aspectos que conciernen a la pesca tiene un carácter fundamental. En este sentido, la mera posibilidad de poder echar un vistazo a los peces en su medio mientras pululan de un lado a otro, os desvelará muchas pautas de conducta que podréis extrapolar cuando toque empuñar las cañas, mas eso siempre será pertinente que lo hagáis poniendo asimismo en práctica ciertas dosis de sentido común, pues éstos pueden variar su conducta en función del estado de las aguas, así como a partir de otros muchos factores.

Y no olvidéis que lo que a vuestros ojos puede tener un carácter lógico, a los del pez puede no serlo tanto.

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