Reparar señuelos con nuestras propias manos: ¿Una operación realmente factible?

Reparar señuelos con nuestras propias manos: ¿Una operación realmente factible?

Reparar señuelos con nuestras propias manos: ¿Una operación realmente factible?

por 28 de marzo de 2018 0 comments

Todos aquellos que pesquen con artificial asentirán ante esta pregunta que en principio tiene fácil respuesta. No en vano, muchos cuentan con el don de poder efectuar pequeños remiendos en sus artificiales, reparar señuelos, sin necesidad de requerir el concurso de terceros ni de herramientas especiales, circunstancia de la que se sirven no ya sólo por lógicos motivos dinerarios, sino también por cuestión de orgullo.

Y es que pocas cosas satisfacen tanto como saber que te bastas por ti mismo para que todo vaya como un reloj, aun cuando a la vez asumamos que ciertas operaciones se nos escaparán por la imposibilidad que hay de acceder a ciertos recursos.

En cualquier caso, los daños que son susceptibles de recibir nuestros señuelos favoritos en acción de pesca constituyen un asunto que conviene atajar con celeridad y lo mejor posible siempre que ello entre dentro de nuestras posibilidades de reparar señuelos, máxime viendo el coste que a veces supone contar con los servicios de determinadas referencias.

El babero: Un punto clave

Si bien el perfil de un señuelo condiciona en parte el comportamiento que éste despliega en acción de pesca, no menos importante es el papel que desempeña el babero que se calza a proa de él. Por regla general éste suele ser de carácter plástico y tiene un carácter muy endeble, razón por la cual muchos artificiales terminan con frecuencia en el cubo de la basura ante la teórica imposibilidad de devolverles su movimiento original.

Sin embargo, la verdad es que el pescador puede retornar a la vida a casi cualquier señuelo que haya padecido daños en este punto mediante el reemplazo de la pieza rota, aunque para ello se requieren unas dotes de observación, paciencia y maña que no se hallan al alcance de cualquiera. Eso sí, hay engaños que pese a toda la atención y el cuidado que les dispensemos, resultará del todo utópico que vuelvan a funcionar de un modo idéntico en que lo hacían tiempo atrás.

Vale, de acuerdo, solventaremos el tema de la natación y podremos contar con sus servicios en el futuro, pero basta con que nos fijemos mientras navegan para comprobar que su bailoteo es menos alegre, o bien pasa a ser otro del todo opuesto, como por ejemplo, cuando de tener una acción “rolling”, ésta deriva en puramente “wobbling”.

Por tal motivo, es aconsejable ser minucioso a la hora de reparar señuelos en este aspecto, porque como nos movamos un milímetro del lugar en que se hallaba la pieza que cascó, sea hacia adelante o para atrás, o el grado de inclinación del babero no concuerde con el que marcaba el precedente, es sumamente probable que todos los esfuerzos por retornarlos a filas sean en balde.

En toda la línea de flotación

El cuerpo del artificial es otro lugar susceptible de padecer quebranto en base a los roces y los golpes. En este sentido, la protección que las marcas les aplican con tal de alargar la duración del producto es básicamente inexistente, de ahí que no sea extraño que las libreas desaparezcan o que terminen con severos deterioros al cabo de unas pocas jornadas de uso, por no mencionar la sorprendente endeblez que presentan algunas uniones ante impactos de mediana entidad.

Una lástima, desde luego, a tenor del precio de las referencias que ciertas firmas proponen al consumidor, y a lo que no hay la menor intención de solventar a corto, medio o largo plazo por cuanto esos engaños siguen vendiéndose. Sin embargo, y por más cobertura se aplique a un señuelo, a veces hay impactos mortales de necesidad por cuanto saltan y desaparecen trozos a consecuencia del golpe que no pueden ser reemplazados si no es mediante un pegote de pegamento o cianoacrilato mezclado con bicarbonato, los cuales, o bien desequilibran el engaño, o tienen fecha de caducidad.

En este orden de cosas también hay que hacer mención a aquéllos que se dan justo en la unión de las mitades, y que cuentan con muy mala solución por cuanto conlleva abrirlos y volverlos a juntar con pegamento de dos componentes. Y es que llegados a este punto existe el riesgo añadido de adherir involuntariamente los rodamientos que corren por el canal interior, lo que trastocaría el señuelo por completo.

Al menos el intento de reparar señuelos

A decir verdad, las operaciones de reparación de señuelos requieren encarar un trabajo muy meticuloso por parte de quienes pretenden estirar la vida útil de estos caros complementos, a sabiendas encima que no siempre hay justa recompensa al esfuerzo realizado, por lo que se aconseja tener paciencia benedictina si las cosas no salen a la primera. Aun así no nos desanimemos y hagamos cuantos intentos sean precisos por la cuenta que nos trae, que el dinero no crece en los árboles. Además, el “no” ya lo tenemos…

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