Historias de pescadores Señuelos artificiales de pesca

El realismo de los señuelos de pesca actuales ¿Un avance real sobre el terreno?

por Carlos Prieto 26 de octubre de 2016 0 comments

Como bien sabemos, muchos de los señuelos que hoy en día circulan por el mercado poco tienen que ver con sus homónimos de hace treinta años en términos de prestaciones. De hecho, en bastantes casos el rendimiento se ha visto incrementado sobremanera y ahora contamos con referencias capaces de recorrer una inmensa cantidad de metros, permitiendo de este modo que el pescador cuente con más posibilidades de engañar al pez al pasar aquéllas más tiempo en el agua. Pero por si no fuera poco, estos nuevos artificiales a su vez han padecido modificaciones en su ámbito externo, sobre todo si nos fijamos en algunos procedentes del país del sol naciente. Llegados a tal punto, cabe pararse a pensar si estos teóricos avances tienen algún tipo de relevancia a la hora de engatusar a nuestros adversarios, máxime cuando su precio en ocasiones adquiere tintes sonrojantes.

La cabeza se reproduce con casi absoluta precisión

Si bien algunas marcas pasan por encima la posibilidad de detallar con profusión sus productos, otras en cambio no dudan en seguir la senda marcada tiempo atrás por ciertas firmas de relumbrón. De este modo hemos conocido modelos provistos de unos grabados ciertamente espectaculares que alcanzan su paroxismo en la zona de la cabeza, lugar donde los rasgos propios de un alevín casi se reproducen con absoluta precisión. Desde luego que a ojos del pescador es todo un regalo contemplar la perfección que se ha llegado a alcanzar en este apartado, circunstancia que con carácter general también circula pareja a las prestaciones del engaño en plena faena.

No obstante, antes de adquirir una de estas maravillas, convendría que el pescador se pusiera en la posición del pez a fin de mirarla desde la perspectiva de un depredador que se sirve, aparte de la vista, de otros medios para localizar a sus presas. Y es que la línea lateral también ejerce un papel muy importante a la hora de detectar a los minitallas, luego ¿hasta qué punto es necesaria tanta abundancia de adornos en la cabeza?

¿Ayudan estos realismos provocar la picada?

Minnows y jerkbaits son dos tipos de señuelos en los que los detalles a menudo se recargan generosamente, mas en realidad su influencia en la pesca es muy relativa. De hecho, y poniéndonos en el pellejo de nuestro contrincante, ante un engaño en movimiento es sumamente complicado pararse a contemplar un brillo próximo a la agalla o un cambio de tonalidad, y no digamos si el pez se encuentra en fase de caza.

En casos así, éste muchas veces muerde por puro reflejo, o bien lo emboca tras localizarlo con sus sentidos, y para ello nada tiene que ver esa colección de filigranas que el engaño porta consigo. Es más, mientras se encuentra desplazándose, con frecuencia el pez sólo puede ver una sombra borrosa y pisciforme que se comporta como el alimento que persigue y no duda en arremeter, lo cual echa por tierra cualquier justificación que pretenda considerar esas mejoras como un avance real sobre el terreno, aún más si cabe cuando las capturas tienen lugar con señuelos verdaderamente castigados que han perdido toda esa magnífica librea que venía embalada de fábrica. Entonces, ¿por qué las marcas ponen tanto empeño en el realismo de los señuelos?

¿El verdadero objetivo del realismo en los señuelos de pesca es pez o el pescador?

Al contrario que hace años, a fecha de los corrientes contamos con un inmenso volumen de señuelos disponibles, en tanto las poblaciones piscícolas han decrecido considerablemente. Qué duda cabe que la competencia es feroz y que de algún modo hay que hacerse con un hueco en un mercado ciertamente cambiante y cada vez más exigente, en el que nada dura eternamente por muy bueno que sea el producto. Siempre cabe la posibilidad que sus prestaciones se vean superadas por nuevos artículos.

Por tal motivo, es lógico que desde las empresas del ramo no se dejen de explorar horizontes y que se persiga el «no va más» con el fin de, al menos, mantenerse en la brecha. Así las cosas, querido lector, tenga bien claro que esa agalla detallada al máximo, o esos ojos espetellados propios de un alevín aterrorizado, van dirigidos a usted, pescador, que gusta recrearse con la belleza de las creaciones que cuelgan de los expositores de las tiendas, y que no se para demasiado a pensar en el parné que habrá de aflojar con tal de hacerse con sus servicios.

No cabe duda que algunas referencias son verdaderas maravillas, pero tan afinados detalles en el fondo no ejercen ninguna otra función que la de tentarnos la cartera, y encima hablamos de artificiales en los que los precios rebasan de largo los veinte euros (otra cosa es el margen de beneficio que se obtiene con los señuelos, el cual en muchos casos es sangrante).

Por tal motivo, valora este extremo a la hora de adquirir nuevos engaños y tratamos de no dejarnos engañar por una cara bonita, máxime cuando en más ocasiones de lo que parece, la suerte de la fea, la guapa la desea.