Pesca portuaria: razones para una sinrazón

Pesca portuaria: razones para una sinrazón

Pesca portuaria: razones para una sinrazón

por 16 de julio de 2013 2 comments

Sin lugar a dudas, el ejercicio de la pesca como actividad lúdica constituye un misterio insondable para muchos profanos, en especial cuando se practica bajo unas condiciones atmosféricas y del medio marginales. Tal circunstancia, añadida a la dificultad que a veces entraña engañar al pez y a todos los esfuerzos que hay que poner en liza, suelen servirles de pretexto para considerar que en nuestra cocorota anida una seria tara impropia de personas hechas y derechas.

Eso sí, a buen seguro que más de una vez habréis intentado ofrecer una explicación lógica de las razones por las que partís a quienes piensan eso de vosotros, pero el hecho de que sean múltiples los parámetros que hay que valorar para determinar cuándo es el momento idóneo de abandonar el cuartel general, impide dar una respuesta categórica que desasne a vuestros desnortados interlocutores, en especial cuando tenemos intención de tantear un emplazamiento con tan poco glamour como es un puerto.

pesca portuaria

Con perspectiva

Si bien todas las bahías se constituyen en polo de atracción para numerosas especies, el volumen de fauna que reside en ellas oscila en función del grado de oxigenación que tengan sus aguas, así como que existan corrientes que posibiliten el tránsito del alimento. Por tal motivo, hay que poner especial interés en llevar a cabo la sesión de pesca en las que se encuentren más próximas a mar abierto, dado que las más situadas al interior o entre diques únicamente recibirán los estertores del flujo mareal. Y es que si la manduca no llega hasta ellas, haceros a la idea de que el pez raramente hará acto de presencia.

 pesca portuaria

Por otra parte, hay que analizar el entorno para emplazarnos en puestos en los que las maromas no interfieran en el lance. Por eso, en el supuesto que exista un margen mínimo de maniobra, es preferible decantarse por otros sitios, puesto que de nada vale dar con el correoso pez y luego perderlo de una manera tan absurda, quién sabe si además con el anzuelo inserto en sus fauces, si no es con el aparejo entero. Así las cosas, y aunque un lugar de referencia se encuentre en torno a los atraques de la pesca profesional, cuando tenga lugar tal circunstancia nos situaremos en sus alrededores con línea de fondo –en especial si la profundidad del puesto tiene varios metros de calado–, o bien de corcho deslizante.

Punto de partida

En lo referente al tipo de bajo a emplear, y aunque podamos utilizar el de único anzuelo terminal precedido de una larga brazolada, nos serviremos de aparejos provistos de uno o dos anzuelos para dar caza a los peces acostumbrados a buscar su alimento cerca del fondo, ampliando o disminuyendo el grosor de la línea en función de la claridad de las aguas y de la intensidad de las corrientes.

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Por otra parte, cuando pretendamos alcanzar ciertos puntos calientes dentro de la rada, nos proveeremos de un material específico para ello, empezando con carretes provistos de “puentes” o “colas de rata” –una porción de línea dispone de un diámetro del orden del 0,50, mientras que el resto se ve reducido a la mínima expresión–, a fin de efectuar largos lances, así como de cañas potentes que, a su vez, sean sensibles de puntera, de cara a detectar las tímidas picadas que se produzcan cuando vuestro aparejo se encuentre depositado en la lontananza.

Cebos aptos

Los reclamos más productivos que podemos emplear para seducir a los rastreadores del fondo se centran principalmente en las grandes gusanas y peces grasos, así como las tiras y las cabezas de calamar –con tripas incluidas, por favor–.

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No obstante, tampoco debemos rechazar otras posibles opciones, como es, por ejemplo, deslizar un pez vivo bajo los cascos de las embarcaciones, aunque procurarse este tipo de cebo precisará mucho esfuerzo por nuestra parte, dado que habrá que echar mano de tracas de punteras y anzuelos de tamaño ínfimo –en torno al número 10 y 12, y líneas del grosor de un cabello–, así como de paciencia por arrobas. Y es que el hecho de que los minitallas cuenten con unas dimensiones reducidas, en absoluto implica que vendan fácil su piel.

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Un puesto de primer orden

La pesca portuaria puede llegar a congregar a aficionados de todas las edades que, con equipos de lo más dispar, pretenden obtener unas cuantas capturas que llevar hasta sus casas. Sin embargo, esta circunstancia puede llegar a ser un serio incordio para quienes no tengan paciencia con los inexpertos, los cuales a menudo lanzan sus aparejos de cualquier manera y crean considerables embrollos entre el vecindario.

Por eso, para evitar dicho inconveniente es preferible madrugar bastante, mientras al mismo tiempo aguardamos el cambio de luz, momento especialmente propicio para llevarnos una gran alegría. Así pues, afilad vuestros anzuelos y estad atentos a las evoluciones de vuestros punteros, pues cuando los temporales se estampen contra el litoral con toda su crudeza, tened por seguro que el pez habrá buscado resguardo… y ahí estaréis vosotros esperándolo.

2 Comentarios

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  1. Toni Martínez
    #1 Toni Martínez 16 julio, 2013, 12:27

    Muy bueno Carlos. En estos lugares uno no se aburre nunca. Lástima que en muchos de ellos ya no dejen pescar…en el Mediterráneo son pocos ya en los que puedes hacerlo. En el norte la cosa cambia y la diversión está asegurada. Saludos.

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    • Carlos Prieto
      Carlos Prieto 22 julio, 2013, 12:15

      Hola Toni:

      Es una desgracia la que padecemos los pescadores deportivos desde que alguien se tragó la idea de lo que pasa en el mar es culpa nuestra. Ojalá cambie este parecer y que podamos disfrutar del atractivo de este tipo de pesca.

      salu2 sala2

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