La mezcla adecuada: Un elemento esencial para disponer de chivos recios

La mezcla adecuada: Un elemento esencial para disponer de chivos recios

La mezcla adecuada: Un elemento esencial para disponer de chivos recios

por 17 de agosto de 2017 0 comments

“Delta”, “Oval” o “Piscis”, son algunas de las distintas denominaciones que reciben los chivos que se venden en las tiendas. No obstante, en el supuesto que deseemos procurárnoslos por cuenta propia, para conseguir una buena aleación que asegure la consistencia del cuerpo este magnífico señuelo, es aconsejable emplear un plomo especial que poco tiene que ver con el que podamos encontrar en chatarrerías en forma de viejos tubos procedentes de derribos.

Las cantidades exactas de mezclado es importante

De este modo, usar plomo de imprenta, metal antifricción o bien viejos plomos de equilibrar ruedas de coche de cada vez más difícil localización, constituye una estupenda elección. Sin embargo, cuando no damos con él, el punto concerniente a las cantidades exactas que hay que utilizar de plomo “puro” con el que ya viene mezclado es un asunto muy importante.

En todo caso, conviene no pasarse o quedarse corto en la operación con las miras depositadas en que el resultado no reste demasiado frágil y que, así, casque como si de cristal se tratase. Y es que, ¿cabe la posibilidad que algo tan a priori recio como aparenta ser un chivo, parta en dos trozos como consecuencia de un impacto a las primeras de cambio? Pues para quienes se empeñen en negar obstinadamente la mayor, más vale que se atengan a las imágenes que a este texto se adjuntan, y que tomen nota para evitar posibles sorpresas…

Un aventura con numerosos antecedentes

Suele darse la circunstancia que quienes elaboran sus propios chivos en ediciones limitadas, emplean al efecto materiales distintos de los que generalmente se usan en estos menesteres, como por ejemplo en lo concerniente a la tonalidad y la calidad del pelo destinado a ocultar los contundentes Mustad de pico de loro que cuelgan del extremo de la muestra, pero también en lo concerniente a las proporciones de plomo que se deben emplear a la hora de elaborar el cuerpo principal del engaño.

Bien es verdad que cada maestrillo tiene su librillo, y que ha llovido sobremanera respecto de los tiempos en los que se fundía el plomo mediante arcaicos sistemas, mediante los cuales quienes manipulaban tanto el incandescente y maleable metal como los moldes, se jugaban la salud. No en vano, vaciar una patata y que de ahí surgiera una figura metálica, como que no era un método especialmente seguro.

No obstante, una vez finalizada la sesión de metalurgia, y a pesar de todo el esmero dispuesto, el exterior del cuerpo terminaba por adoptar una apariencia gris mate, circunstancia que obligaba a que, en acción de pesca, el pescador tuviese que rasparlo asiduamente con la hoja de una navaja, a fin de extraer unos cuantos brillos que mantenían su brillo durante unos pocos lances, merced a la terrible acción que produce el salitre en concurso con el aire. Ahora, por contra, es posible ir más allá.

Vivir para ver

En la actualidad, la mayoría de quienes comercializan este tipo de artificiales, disponen de patrones muy avanzados que simplifican enormemente el trabajo, mas en ocasiones cabe la posibilidad que hasta al más versado de ellos un mal día la confianza le juegue una mala pasada, y que eso lo pague quien al final adquiera su producto en la tienda. Bien es verdad que a esta situación nos vemos abocados quienes hemos de proveernos de material en los establecimientos del ramo, pero cuesta asumir que un chivo, que a priori ha sido elaborado para aguantar carros y carretas, quiebre en la primera ronda de lanzamientos en mar abierto, pero está visto que siempre hay una primera vez para todas las cosas en la vida. Un vivo ejemplo de ello lo presentamos con las fotografías que hemos hecho de uno de ellos que, como puede apreciarse, presenta un estado poco menos que inmaculado.

¿Cómo es posible que algo así suceda? Pues queda claro que las proporciones empleadas a la hora de su constitución tienen mucho que ver con ello. Quizás se trate de una partida en la que su creador estiró demasiado el chicle en el afán por economizar ingredientes y variara la fórmula maestra, o vaya usted a saber el porqué, porque, desde luego, no se puede achacar la rotura a un golpe consecuencia de la mala suerte, que vive Dios los avatares que viven los chivos a lo largo de innumerables e infames jornadas por el acantilado sin que apenas se inmute su estructura principal, más allá de las lógicas muescas externas, claro está.

Obviamente, en la pesca, como en ocasiones sucede en la vida misma, hay que asumir las cosas tal cual nos vienen, por lo que esta vez toca tragar unas dosis de ajo y agua con la esperanza en que la próxima vez el creador del engaño ande más fino, si no quiere que el resultado de su esfuerzo quede en el expositor para quienes no tengan reparos en gastar su dinero alegremente.

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