Señuelos enganchados cuando pescamos ¿cómo lo solucionamos?

Señuelos enganchados cuando pescamos ¿cómo lo solucionamos?

Señuelos enganchados cuando pescamos ¿cómo lo solucionamos?

por 2 de julio de 2013 0 comments

A lo largo de la temporada son múltiples las ocasiones en las que nos entramos con nuestros señuelos enganchados, al coquetear con el desastre, merced a los continuos y peligrosos garbeos que se dan entre rocas, algas, lapas y percebes, con el resultado de que algunos de ellos caen en combate sin que tengamos posibilidad alguna de poder recuperarlos.

 Señuelos enganchados, ¿cómo solucionarlos?

Sin embargo, a veces el mal genio nos puede y olvidamos poner en práctica una pizca de esa santa paciencia que nos caracteriza, aplicando alguno de los numerosos remedios que hay para decantar la balanza a nuestro favor cuando aquéllos se encajan inexplicablemente entre las piedras y no les da la gana abandonarlas.

Acuerdate de que «el mar te da y te quita»

A menudo, los enganches indeseados que se producen cuando tenemos el señuelo en acción, pueden solventarse dejando que sea la mar la que nos lo libere por sí misma. En este sentido, y con el fin de facilitarle el trabajo, abriremos el pick-up del carrete y soltaremos unos cuantos metros de línea para que las olas y las corrientes la bandeen a su albedrío durante unos instantes, lo que en muchos casos será suficiente para lograr tal afán. No obstante, huelga decir que dicha circunstancia se cumplirá con mayor facilidad en tanto el engaño sea de carácter flotante, pues en caso de ser hundido, si dejamos que el mar lo meza demasiado tiempo, puede rodar por el fondo y clavarse con tal ahínco que cualquiera de las hipotéticas soluciones que podamos aplicar a posteriori serán infructuosas.

A los señuelos enganchados, paciencia por arrobas

Por otra parte, para conseguir que el artificial pueda liberarse con facilidad con la ayuda de Neptuno, no menos importante es preguntar suavemente de vez en cuando con la puntera de la caña por el estado en que se encuentra nuestro apurado soldado. Por eso, si vemos que la línea queda laxa, procederemos a recoger rápidamente a fin de evitar que las olas lo empujen contra otros obstáculos que puede no veamos. En caso contrario, esperaremos un tiempo prudencial, pero sin forzar la situación, es decir, no realizaremos tirones con la caña como unos energúmenos, pues puede que estemos a punto de lograr su liberación y, en cambio, por actuar así lo hinquemos irremediablemente en el obstáculo.

Rescate aéreo

Cuando el enroque se produce cerca de nuestra posición, podemos intentar el desenganche mediante repetitivos tirones y sueltas de línea, pero a veces incluso esas medidas terminan por ser estériles, cuestión perfectamente capaz de enervarnos cuando tenemos el engaño a la vista y no podemos acercarnos a recogerlo porque la disposición del terreno o el estado del mar nos lo impiden. No obstante, aquí también hay otra solución posible cuando la suerte nos tuerza el morro.

 señuelos enganchados

En principio, nunca está de más que llevéis en el bolsillo un plomo con forma de pera del máximo peso que vuestra caña sea capaz de lanzar. A renglón seguido, y cuando hayáis intentado que el engaño se libere por múltiples formas y no lo hayáis conseguido, enganchadlo con un bucle en la línea y lanzadlo todo lo fuerte que podáis para que sobrevuele con potencia el lugar del siniestro en sentido inverso al sentido del enganche, en orden a que tire del señuelo con energía, algo que, a buen seguro –si no lo rescata ipso facto–, lo colocará en otra posición que puede ser más favorable para excarcelarlo definitivamente.

Aveces lo señuelos enganchados son misión imposible

Como hemos visto hasta el momento, existen distintas alternativas disponibles a la hora de intentar rescatar con éxito a nuestro apurado combatiente, mas, por desgracia, éstas no siempre son capaces de colmar nuestros deseos. Por tal motivo, cuando hayamos agotado todas las balas de la recámara, únicamente cabe tirar de la línea y esperar que suene la flauta, pero, por favor, no lo hagáis poniendo la caña en horizontal respecto al suelo, puesto que de este modo estaréis forzando innecesariamente los engranajes del freno del carrete, a lo que hay que añadir que un mal paso que incline la caña en una mala posición, puede conllevar la rotura de su puntero.

Así las cosas, y con mucho cuidado y tacto, enrollad la línea en algo que impida que se escurra, e id incrementando paulatinamente la presión sobre ella con las manos, pues esta enérgica medida a veces es suficiente para librar el engaño del fondo. Ahora bien, cuando el amarre pase de castaño oscuro, sólo nos quedará encomendarnos al Altísimo y forzar hasta que sintamos la rotura al otro extremo. Y es que no siempre se puede salir triunfante de todos los entuertos que nos plantea la vida.

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