El mejor consejo recibido por un pescador

El mejor consejo recibido por un pescador

por 6 de enero de 2015 0 comments

A lo largo de nuestra vida, son múltiples las vicisitudes por las que tenemos que pasar, algunas de ellas en ocasiones de orden nada agradable, pero todas, al fin y al cabo, nos enseñan a cómo actuar en el futuro. Independientemente que sus precursoras sean personas o hechos, a partir de entonces la madurez torna nuestro carácter y la forma de ver lo que nos rodea de un modo distinto respecto a cuando éramos críos y nada vuelve a ser lo mismo, aunque no necesariamente dichos cambios son para mal, puesto que unos pocos de ellos nos servirán de mucho mientras vivamos.

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Tal circunstancia nos afecta en todos los aspectos de nuestra existencia, como también en la pesca, en la cual las lecciones están a la orden del día… siempre y cuando sepamos leer entre líneas.

Con respeto

La vida del pescador deportivo no es precisamente sencilla, pues son muchos los esfuerzos que se han de encarar con carácter previo hasta que el pez acaba en el morral, habida cuenta el depauperado estado de nuestros ríos y mares. Sin embargo, hasta que eso tiene lugar, el medio y algunos compañeros pueden facilitarnos la tarea en cierta medida si mantenemos una actitud de humildad y atención, no exenta a su vez de escepticismo y continuo cuestionamiento.

En este sentido, parte de ellos vendrán a aportarnos poco de su sabiduría, ya sea porque prefieren esconderla, o bien porque carecen de más; algunos nos aportarán mucho, mientras que otros serán perniciosos en todos los ámbitos, conclusión a la que, por otra parte, llegaremos con el transcurso del tiempo, y casi sin darnos cuenta. Ahora bien, nunca hay que desdeñar los consejos que cualquiera de ellos nos dé, pues quienes incluso a priori nos parezcan más torpes o brutos, cabe la posibilidad que dispongan de una sapiencia que tal vez no sepan expresar, aun poseyendo unos conocimientos de hondo calado. Pues bien, de una de estas personas extrajimos un consejo que, a día de hoy, nos ha resultado de extrema utilidad.

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Trabajo previo

Por mucho que a veces nos lo pretendan simplificar, pescar es una tarea compleja, pues, para ello, se precisa contar con una serie de conocimientos que sólo se adquieren a base de pasar horas al lado del agua. Asimismo, perder grandes capturas en determinadas situaciones –en ocasiones, de gran entidad–, a menudo se encarga de dejar un amargo poso en el subconsciente del afectado que a buen seguro le hará recapacitar de cara al futuro, y tal vez así, sólo entonces llegará el día en que se saque una retahíla de fotos con la pieza de sus sueños.

Y es que, salvo contadas excepciones, las instantáneas con las que a todos a menudo se nos cae la baba, son producto de un trabajo previo de notable entidad que, además, se realiza bajo un manto de secretismo que no deja resquicio al conocimiento de los demás, pues, no en vano, antes ha sido preciso salvar muchas penurias, estudiar, probar, reiterar visitas, etc, y aun así no siempre se termina de dar en el clavo…hasta que de repente el milagro se hace carne. A partir de ahí, no es de extrañar que el protagonista de la hazaña, en virtud de experiencias anteriores, prefiera hacer algo que a muchas personas cuesta, que es, sencillamente, guardar silencio.

Muy medido

A buen seguro que hay lectores a los que nada cuesta relatar sus victorias con pelos y señales, como también los habrá que actúen al contrario, y razones para ello a ambos no les faltan. Ahora bien, salvo que el afortunado compañero lo comunique voluntariamente, nunca se le debe preguntar dónde ha tenido lugar la gesta, habida cuenta que se trata de una grosería. Y es que a nadie que se ha estado esforzando –a menudo en solitario– para dar con una puesta fructífera, le gusta que mañana, a resultas de su gesta, ésta se encuentre superpoblada o rodeada de aparejos plantados por pescadores profesionales. Tal vez si eso sucede, se deba a motivos de indiscreción que en el futuro dicho compañero corregirá por la cuenta que le trae…si el subconsciente no le traiciona, claro está…

No, en absoluto guardar silencio debe relacionarse con una actitud insolidaria o de falta de consideración hacia el resto de nuestros compañeros, sino porque tampoco es justo que el trabajo previo de campo deba ser aprovechado por cualquiera, máxime cuando, además, la pesca es ilusión y esfuerzo puro y duro. Y es que podemos acudir a uno de nuestros amigos y decirle: “quisiera contarte un secreto, pero hazme el favor de no decírselo a nadie”, y exponerle con detalle el qué, el cómo, el cuándo y por qué en la inocencia que nada cantará, y a buen seguro que así actuará…durante un tiempo. No nos preocupemos entonces, que llegará el día en que la discreción no será la misma que nosotros mismos podamos mantener, o bien que alguien se quede con la copla de lo que se cuece en ese ignoto y mágico sitio. Moraleja: Secreto que se cuenta, secreto de deja de serlo.

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La misma moneda

A decir verdad, cuesta, y mucho, conseguir peces de cierta entidad, casi lo mismo que fastidia que a la mañana siguiente haya una legión de pescadores y de aparejos justo donde tuvo lugar el crimen por no guardar una cierta reserva. Por eso, si algún día nos vemos en este contexto, seamos precavidos e intentemos mantener silencio por la cuanta que nos trae –salvo que nos dé igual, que esa es otra canción–, pues, por lo pronto, muchas gaviotas están atentas a lo que se habla en corros para luego sacar las cañas y arrasar, sin, en cambio, voluntad alguna de compartir sus conocimientos, ni de saludar cuando nos cruzamos con ellos. Sí, puede que suene a injusto, pero la vida, si sabemos interpretarla, nos enseña que la experiencia es la madre de la ciencia, luego seamos tan prudentes en la rara victoria como lo somos en las habituales derrotas.

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