Cuestión de empatía… y lógica: la relación entre pescador y tienda

Cuestión de empatía… y lógica: la relación entre pescador y tienda

Cuestión de empatía… y lógica: la relación entre pescador y tienda

por 20 de marzo de 2018 0 comments

El mundo en el que vivimos a veces nos brinda regalos nada agradables, circunstancia que también se puede comprobar en nuestra afición, al igual que donde precisamente menos lo esperamos, como es en el comercio que nos provee de material.

Y es que tan importante es que al tendero le compren, como que el consumidor quede satisfecho no ya en los términos de la compra y la venta, sino en orden a permitir que eso se pueda volver a repetir en el futuro. Ahora bien, la realidad demuestra que hay personas que no lo entienden así, aun cuando sean parte especialmente interesada en que todo transcurra por este cauce.

Una cosa por la otra

La pugna por hacer y mantener clientela es algo a lo que todo tendero debe aspirar, circunstancia que para muchos se ha complicado severamente por la aparición del comercio electrónico, el cual tiene efectos funestos en lo que denominamos “comercio tradicional”, es decir, las pequeñas tiendas físicas de toda la vida. Y el caso es que todo el mundo está a favor de este último, pero cuando en otro lado hay oportunidad de encontrar lo que buscamos a mejor precio, sobre todo si se trata de material de difícil acceso o de distribución limitada, lo normal es que la elección esté clara.

Ahora bien, lejos de la asepsia que se percibe en este últimos en los centros comerciales, el comercio de calle proporciona un trato personalizado que a menudo compensa asumir un precio más alto frente a cualquiera de las tentaciones que se nos brindan, pues no en vano, el tendero sabe que si no quedamos conformes, o albergamos la sensación de que nos ha dado gato por liebre, es bien probable que mañana no volvamos a pisar su establecimiento.Y no será de extrañar que actuemos así, pues como reza el dicho, “si me engañas una vez, la culpa es tuya. Si me engañas una segunda vez, entonces la culpa es mía”.

Sorpresas te da la vida

A veces cuesta entender que haya negocios que perduren en el tiempo cuando su regidor proporciona un trato manifiestamente mejorable a su clientela. Un ejemplo de ello lo conozco de primera mano en una tienda con solera, y a la que hace unos meses me acerqué a preguntar por una línea de fácil localización.

Sin embargo, y como es lógico, no todas las tiendas han de tener cuanto circula en el mercado, cuestión que con amabilidad se puede poner de manifiesto al solicitante, y no espetarle con aspavientos “si esa línea existiera, yo la tendría” –así, sin anestesia– como colofón a un largo monólogo –una conversación es cuando hablan al menos dos personas, y un monólogo es cuando sólo hay una voz, y no hay opción para el turno de réplica–, porque lo más probable es que con semejante proceder, el oyente no retorne por allí, máxime habiendo más tiendas en las que poder investigar.

Y el caso es que dicha forma de proceder no debió ser algo puntual, porque habiéndole dado más oportunidades por si lo ocurrido fuera el producto de un mal día, la verdad es que la encuentro vacía cada vez que paso junto a ella. Entonces, ¿cómo es posible que se sostenga? Misterios de la vida. Bueno, también pudiera tratarse de una cuestión de pura coincidencia, pero escama que eso suceda tan a menudo…

El lado opuesto

A modo de contrapunto, por fortuna hay quienes entienden cómo deben hacerse las cosas de un modo correcto, como es el caso de otro local especializado en pesca de reciente aparición que quizás no sea demasiado grande, o que disponga de mucha munición de primera, pero en el supuesto que surja un problema o demandemos cualquier cosa, su gerente no duda en remover Roma con Santiago con diligencia para dar respuesta y/o dejar satisfecho al cliente. Luego se decidirá o no pedir el artículo en función del precio que plantee, pero el trámite se hace siempre con celeridad y eficiencia.

Es, como podemos apreciar, la antítesis del caso expuesto con antelación, y lo cierto es que no le va nada mal. Y da igual a la hora que pases, que siempre tiene alguien dentro –cuando no son varias personas–. Por algo será.

A cada cual lo suyo

En este mundo cada vez más globalizado a golpe de ratón, cada vez es más fácil verse expuesto a engaños e insatisfacciones, circunstancia que en cambio no obsta para exigir un servicio en condiciones, sea a la vuelta de la esquina o en cualquier parte del mundo. Así pues, apostemos por quienes llevan a efecto su trabajo con profesionalidad y una sonrisa, frente aquellos a los que parece les estamos molestando por sólo acudir a preguntar, que bastante tenemos que aguantar cada día como para encima soportar malos modos en nuestro tiempo libre.

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