Comprar pot Internet material de pesca: Cuando no es oro todo lo que reluce

Comprar pot Internet material de pesca: Cuando no es oro todo lo que reluce

Comprar pot Internet material de pesca: Cuando no es oro todo lo que reluce

por 17 de mayo de 2017 0 comments

A poco que miremos en derredor, veremos que nadie o muy pocas personas tienen el dinero por castigo, razón por la cual hemos de ser especialmente vigilantes en controlar nuestros gastos. Sin embargo, como humanos y, por tanto, débiles de condición que somos, tenemos tendencia a caer en la tentación que se nos sirve desde diferentes plataformas por más que nos proponemos no volver a tropezar en ciertas piedras a la hora de adquirir material de pesca. Bien es verdad que todos deseamos contar con complementos de última generación que puede sean determinantes a la hora de engañar al pez, pero cuando se compra más de lo que se debe o no se comparan precios, conviene preguntarse si no estaremos actuando de un modo erróneo.

Odiosas comparaciones

La llegada de Internet, la red de redes, a nuestra vida ha supuesto una tremenda revolución para todo el mundo, y el apartado que atañe al comercio no es una excepción. Centenares de miles de mercantiles se anuncian en ella diariamente a fin de buscarnos las cosquillas con suculentas ofertas de todo orden, y el capítulo de la pesca también tiene para dar y regalar. No obstante, conviene saber cómo es posible que algunos ofrezcan tantos descuentos, y otros en cambio nada…

En franca desventaja

Difícil, por no decir nula capacidad de competición es la que pueden ofrecer las tiendas físicas del ramo ante rebajas sustanciales en ciertos productos de gran tirón entre el colectivo que comprar por Internet plantean algunas plataformas electrónicas, lo que las coloca en un considerable aprieto. A decir verdad, nadie quiere que se malogren esos negocios que tanto esfuerzo han costado levantar de la nada, pero en algunos casos la diferencia de precios es tan llamativa que cabe pensar si alguien no nos está engañando. Eso sí, queda saber si es la tienda clásica, o quien se encuentra a centenares o miles de kilómetros de nuestro lugar de residencia. Ahora bien, a menudo las cosas tienen una razón de ser.

No todo es el precio

Trampas a distintos niveles

Algunas marcas de renombre que todos conocemos tienen tal implantación en el mercado que les permite establecer unas condiciones de venta a los minoristas verdaderamente leoninos. Y es que, para conseguir el suministro de ciertos equipos y complementos de segura y rápida salida, antes es necesario plegarse ante una serie de exigencias que se toman o se dejan. A decir verdad, se tratan de auténticos pactos con el diablo que entrañan caer en una trampa -legal y voluntaria, todo sea dicho- de la que a veces cuesta salir, pues si bien el tendero consigue lo quiere mediante él, por otro lado, tendrá que agenciarse unos cuantos enseres que no querría ni por el forro. Luego éste verá cómo lo bueno de veras se vende velozmente, en tanto le menos glamuroso o inapropiado quedará en la trastienda o su marcha se ralentizará porque, simple y llanamente, no se corresponde con las modalidades de pesca que se ejecutan por la zona. Equipos pesados para zonas de ríos con escaso caudal o microseñuelos en una tienda con vocación eminentemente marinera, son algunos ejemplos que condenan a su adquirente salvo que un día alguien precisamente necesitado de esos complementos pase por su local. Hasta entonces, entre pan y pan habrá de comerse ese sapo que, además, no será precisamente barato. Circunstancias así impiden que muchos tenderos convencionales tengan poca opción de comprar en cantidad cosas realmente buenas, y merced a ello poder ofrecerlas luego a un precio más asequible. Y claro, cuando sabemos que en otro sitio ese mismo enser está bastante por debajo de ese precio, como para no hacer un esfuerzo para que no nos entre la risa floja cuando echamos un vistazo a la etiqueta…

Una puerta abierta al vacío

El hecho de que una tienda virtual pueda efectuar ciertas rebajas a menudo estriba en que su dueño puede adquirir cantidades importantes de material, lo que le faculta a pedir un descuento en la factura a su proveedor. Como es lógico, quien solicita un pedido reducido, carece de capacidad alguna de maniobra y eso le aboca a la situación anteriormente descrita. Malas perspectivas se auguran para estos negocios que viven al borde del precipicio, así como para quienes carezcan de un mínimo de continencia ante el aluvión de ofertas que brotan de la pantalla del ordenador. Y es que ya no hay que desplazarse; tan solo basta con teclear unas cuantas letras, abrir los ojos y pasmarse, todo ello desde la comodidad de tu sillón, y dar al OK para que el pedido llegue a tu domicilio en un santiamén. Así de sencillo y de simple. Mucho cuidado, por tanto, que podemos estar metiéndonos en la boca del lobo sin darnos cuenta, máxime cuando el proveedor, aun desconociendo referencias de él, a menudo nos pone todo de color de rosa. Y es que no siempre es oro todo lo que reluce.

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