El clima en la pesca y su influencia

El clima en la pesca y su influencia

El clima en la pesca y su influencia

por 9 de marzo de 2018 0 comments

Los pescadores a menudo solo estamos atentos al tiempo para ver si nos va a dejar tirar las cañas el fin de semana o la jornada elegida. Poco nos importa el cambio climático y solo soltamos palabrería a la hora de cuidar la naturaleza. ¿Realmente en nuestro día a día actuamos de manera sostenible para evitar el cambio climático? Ojo, que con ello no digo que las personas mundanas…de a pie…sean los culpables del calentamiento global.

Comparados con las grandes empresas contaminantes somos los que menos culpa tenemos, pero siempre hay acciones en las que ayudamos a que el planeta sufra y si cambiáramos el chip, ayudaríamos mucho más a su recuperación, aunque el cambio climático ya es una realidad y la naturaleza sufre las consecuencias y con ello, también los pescadores. Poco más tenemos que hacer que evitar el uso excesivo de vehículos contaminantes por otros más sostenibles (transporte público, bicicleta, caminar más…), reciclar en la medida de lo posible y evitar la utilización de productos químicos y altamente tóxicos que luego van a parar a las aguas o a la atmósfera.

Pequeños cambios para nosotros y grandes para el planeta. Pero veamos, ¿cómo afecta el clima a la pesca? ¿Realmente el cambio climático hace o hará que pesquemos menos peces? Aunque muchos aún lo nieguen, para los pescadores es la muerte de nuestro deporte.

Las temidas sequías

Uno los aspectos de influencia del clima en la pesca están en el hecho de que cada vez llueva menos es el factor más importante para la supervivencia de los peces en ríos y embalses. La escasez de lluvias puede secar un río y dar al traste con todas sus poblaciones de peces. O hacer que los frezaderos no puedan ser visitados o que las escalas de peces queden imposibilitadas para que un barbo, una trucha o un salmón puedan remontarlas.

En los embalses, si el nivel baja hasta límites extremos, el oxígeno disuelto del agua estará bajo mínimos y la mayoría de peces morirían, en especial peces sensibles como el bass o la trucha, como así ocurre en muchos de nuestros embalses. Las sequías azotan la península ibérica con frecuencia. Años de lluvias vienen precedidos de años de escasez… en unos ciclos locos que en nada benefician a la pesca.

Muchas veces vemos un embalse casi vacío y pensamos: “Bueno, ya lloverá y subirá de nivel. Me voy de pesca a otro lugar”. Pues quizá cuando regresemos a ese pantano con más agua…no haya ni un solo pez que pescar. Estos dos últimos años han dejado algunos embalses bajo mínimos, a unos niveles alarmantes y los peces, tardarán muchos años en recuperar sus poblaciones.

Agua a raudales

De igual manera, unas lluvias torrenciales tampoco son buenas. En los embalses los ciclos de sequía y de fuertes lluvias son demasiado habituales, y provocan el aumento y descenso de nivel de maneras tan bruscas que en muchas ocasiones dificultan las puestas de los peces, pues en primavera, que es época de desove de la mayoría de especies, es cuando se producen más estos fenómenos, otra muestra importante de influencia del clima en la pesca.

Por ello se pierden tantas puestas y luego los saltos generacionales entre los peces son tan acusados. Evidentemente que una buena cantidad de agua llena los embalses con rapidez y es muy necesaria, pero…luego el mal uso que le damos a ella y las posteriores rachas sin llover lo hacen bajar de nivel con gran rapidez. En los ríos las grandes avenidas y riadas también hacen más mal que bien. Cada vez es más habitual que llueva poco o nada y cuando lo hace, es de manera torrencial, destruyendo riberas y cauces de río con gran facilidad y provocando desastres ecológicos. En tales casos, imaginad los pobres peces, donde acaban. En cualquier sitio menos en el río. Esa agua acaba en el mar, pero arrastrando todo tipo de suciedad y porquería, dejando las desembocaduras de nuestros ríos como auténticos vertederos.

La bendita nieve

Cada temporada invernal somos testigos de que cuando cae nieve, lo hace de manera más irregular. Ya no nieva de forma continuada y en los momentos adecuados. O estamos semanas sin rastro de ella o nieva de manera brutal, alterando nuestra vida cotidiana y dejando grosores excesivos en las montañas y cabeceras de ríos, que cuando llega la primavera, las altas temperaturas y las lluvias primaverales…provocan los desbordamientos de los ríos, de manera que destrozan todo a su paso y en especial, las poblaciones de peces, tanto de truchas, barbos, carpas…

Las altas y bajas temperaturas

Uno de los problemas más graves del cabio climático son los cambios bruscos de temperatura. Ya apenas existen las estaciones de transición, pues la primavera y el otoño apenas son perceptibles. Pasamos del calor extremo al frío extremo con demasiada rapidez, alterando la vida y reproducción de las especies, tanto en los mares como en los ríos, embalses y lagos de alta montaña.

Además, el claro aumento de temperaturas en el mar hace que ciertas especies no realicen migraciones y permanezcan más tiempo alimentándose de los bancos de minitalla sin darles descanso, mermando sus poblaciones alarmantemente. Eso sin contar con especies de mares cálidos que poco a poco y en cuentagotas, se van dejando ver en nuestras aguas… Y con el tiempo, esas especies tropicales podrán hacerse los dueños de nuestras costas. En otros mares del planeta ya ocurre a gran escala (la expansión del pez escorpión por el Atlántico parece no tener fin) y debería ser una clara advertencia a lo que nos puede ocurrir a nosotros.

Los temidas levantadas

Así se conocen a los temporales de levante típicos de finales de verano y otoño pero que cada año son más fuertes y frecuentes y lo que es peor, en cualquier estación del año. Los destrozos en las ya de por sí maltrechas playas son muy graves y se nota especialmente en las zonas más someras. Los peces se alejan y algunos ya no acuden a alimentarse a ciertos caladeros que quedan totalmente destrozados.

Hemos pasado a desear una levantada que limpie y regenere los fondos marinos a no querer saber nada de ellas por los estragos que producen. Incluso muchas zonas rocosas acaban sepultadas por la arena que incomprensiblemente la administración se empeña en utilizar para “regenerar” las playas en un intento inútil de evitar que el mar se coma a la tierra y los temporales de levante luego desplazan a zonas de alto valor natural dejándolas sepultadas tras gran cantidad de arena sin vida.

Como vemos todos tenemos responsabilidades para intentar cambiar un poco las cosas y los aficionados a la pesca mucho más, si no queremos ver como en un par de décadas la pesca en nuestro país cambia radicalmente. ¡De nosotros depende!

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