Accesorio esencial: Una riñonera a gusto del consumidor

Accesorio esencial: Una riñonera a gusto del consumidor

Accesorio esencial: Una riñonera a gusto del consumidor

por 5 de octubre de 2017 0 comments

Como bien sabemos, cada pescador tiene sus filias y sus fobias, y en base a ello, lo que para uno pueden ser equipos y/o complementos ideales, para otros éstos pueden provocar indiferencia, cuando no rechazo absoluto. En este orden de cosas, y en lo que respecta al lance ligero, entre sus practicantes se halla muy difundida la clásica riñonera que da cabida a un considerable número de engaños, pero el caso es que su ubicuidad, a decir verdad, no tiene más razón de ser que la ausencia de otras alternativas que le hagan sombra, lejos de la sempiterna mochila a la espalda o la bandolera cruzada que obligan a retorcer el cuerpo cada vez que pretendemos echar mano a su interior, a la par que descargan todo el peso del material portado sobre nuestros hombros.

Pero eso no es todo, ya que el carácter fijo de la riñonera la hacen incómoda en ciertos momentos, como es por ejemplo a la hora de deslizarnos entre rocas, en tanto concentran todo el peso de los artificiales que portamos en un único punto de la cintura, y de lo que se trata es de andar ligeros y ágiles por las piedras. Y es eso o hacerse a cualquiera de las opciones descritas. Pues bien, como siempre hay un roto para un descosido, veamos en adelante una variante de esta última muy cómoda que llevo utilizando desde hace años, y apreciablemente más económica que las que se venden.

El punto de partida

El eje fundamental del sistema que veremos se centra en dos elementos: un cinturón y cartucheras sobrantes del ejército. En lo que respecta al primero de ellos, cualquiera correa es susceptible de ser utilizada, pero a la larga se recomienda que lo elegido disponga de una cierta rigidez, más que nada porque en caso contrario, todo lo que cuelgue mostrará tendencia a retorcerse, haciéndolo incómodo a la cintura y obligándonos a perder tiempo en ponerlo adecuadamente. A tal efecto, los mejores se encuentran a precio muy asequible en tiendas de supervivencia y aventura, para lo cual sólo ha de pedirse que sean de orden táctico.

En este sentido, lo único que tenemos que precisar es si los queremos rígidos o ultrarrígidos, siendo los primeros mejores que los segundos dado que aportan dureza, pero también una cierta blandura, algo que se torna muy útil cuando tenemos que agacharnos y pretendemos impedir que los bordes se nos claven en la cintura. Aparte, por mucho que nos digan que llevan doble o triple cierre, es aconsejable sustituir las piezas de encaje de plástico por una hebilla de submarinismo de acero inoxidable. Este cierre, por más que parezca simple y de fácil apertura, no da lugar a sustos imprevistos con el consiguiente riesgo de perder cuanto portamos, más todavía si cosemos algo velcro a la cinta que sobra. Y a partir de entonces no habrá manera de abrirlo si no es por voluntad propia.

El continente

Aquí es donde reposa el otro elemento esencial, como son las mencionadas cartucheras. ¿Por qué utilizar este tipo de envases? Muy sencillo: su tamaño suele ser reducido, pero eso no impide que podamos meter varios señuelos en cada una de ellas, y además, algo muy importante: son desplazables. De este modo podemos disponerlas a nuestro antojo y colocarlas detrás tras su uso, distribuyendo así el peso.

Localizarlas tampoco es tarea difícil, pues en ciertas tiendas con excedentes del ejército las hay a precio de derribo. Ahora, si bien la mayoría de ellas vienen con un cierre de correa y botón, no está de más añadir un par de tiras de velcro con el fin de afianzar el conjunto. Y al ser un tejido muy duro, tengamos por seguro que nos aguantarán varias temporadas sin desmayo, con la salvedad, si se quiere, porque no es necesario, de lavarlas de vez en cuando para retirarles cualquier resto de sal.

El contenedor

En la medida que no se deben dejar sueltos los señuelos dentro de la cartuchera, lo mejor es conseguir envases específicos, y que casi siempre salen gratis, como son las cajas de brocas de desecho. Si conocemos a alguien que nos pueda reservar cajas de este tipo que seguro terminarán en la basura, miel sobre hojuelas, y así podemos encontrarlas cuadradas, en las cuales caben varios señuelos del orden de los 11 centímetros, o rectangulares y alargados, en las que entran uno o dos artificiales alargados de unos 18 centímetros.

Una alternativa muy válida

Si bien hemos hecho mención a un sistema que se distribuye en el mercado a veces por cientos de euros, y la verdad, no aquí, sino al otro lado del Atlántico, la verdad es que el descrito es sumamente barato y cumple sin defecto alguno con el difícil trámite de la pesca itinerante desde las rocas. Dispone de un cierre con garantías y las bolsas, o cuanto colguemos del susodicho cinturón, lo tendremos disponible con apenas mover los brazos, a la par que lo podremos colocar a nuestro antojo. De esta manera evitaremos incomodidades y que el cuerpo termine resentido tras una larga jornada de trote. Hagan la prueba y luego nos cuentan.

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